Pocos quedarán que no
sepan sobre la simpática historia que ha protagonizado el mes de Agosto. Ha
parecido que el mundo entero, ya hace tiempo harto de noticias incesantes sobre
la crisis y sus pesadumbres, ha decidido fijarse en una inocente anécdota
ocurrida en el pueblo de Borja (Zaragoza) y que gira en torno a la restauración
de un Ecce Homo de un siglo de antigüedad.
La pobre Cecilia tenía buena intención |
Cualquiera ya conoce los
detalles: el fresco se estaba resquebrajando por la humedad que recubre todas
las paredes del santuario, y al no poder soportarlo, una vecina restauradora del
pueblo de 81 años, llamada Cecilia Giménez, decidió arreglarlo por su cuenta
con toda la buena voluntad del mundo. El problema viene cuando se tuvo que ir
de viaje repentinamente y dejó el fresco sin acabar, con intención de retomar
la restauración a la vuelta. Cuando llegó dos semanas más tarde, y según sus
palabras: “Ya se había liado todo el jaleo”.
Y es que el asunto ha tenido
una proyección internacional sin precedentes. Más de 160 países se han
interesado por la noticia, Twitter estaba que ardía con parodias (de dudoso
humor, hay que decirlo) y el propio pueblo de Borja ha recibido un aluvión de espontáneos
turistas deseosos de ver el apodado “Ecce Mono”. En los medios ha habido de
todo, pero especialmente destacan burlas, información falsa y quizás muy poco
tacto. Hay que decir que toda esta presión mediática ha sido excesiva para la
pobre buena mujer, que ha sufrido ataques de ansiedad y ha decidido aislarse en
casa. Sin embargo, el pueblo de Borja ha dado todo el apoyo a su ciudadana
regalándole flores y homenajes a la puerta de su casa.
Aquí, aparte de todo el
revuelo, se da una clara confrontación entre el arte y el sentimiento popular (¿y la religión quizás? aunque eso prefiero dejarlo aparte).
Un artista no va a decir que esto está bien hecho, porque cargarse una obra no
puede ser motivo de regocijo; en cambio, los espectadores no duchos en pintura
lo ven como un hecho tierno, un acto de responsabilidad por parte de una vecina
del pueblo que se interesó en restaurar algo que nadie se preocupó por
conservar. Pero antes de posicionarse, creo que hay dos cosas importantes a la
hora de juzgar este hecho, y son las en las que me voy a basar para pronunciarme:
- La primera, es que no se trata para nada de una obra relevante. El tal Elías García Martínez, autor del Ecce Homo, no es un autor conocido a nivel nacional. No pongo en duda que sea un buen artista, pero basta con examinar cómo realizó esta obra para darse cuenta de que ni a él mismo le importaba mucho esta pintura en concreto: se dice que la debió realizar en dos horas, y si él hubiese querido podría haber realizado más preparativos sobre la pared o haber elegido otro soporte donde la pintura se pudiera haber conservado. Lo del pintor no va más allá de un gesto al pueblo, como también es un gesto lo de Cecilia.
- La segunda, como bien ha dicho nuestra entrañable restauradora, es que la obra no está terminada porque no le han dejado hacerlo. Hombre, es difícil atreverse a decir que visto lo visto, vaya a quedar algo parecido a la obra original, pero yo creo que habría que darle la oportunidad de continuar su trabajo porque esto es una obra incompleta, un boceto. Cecilia no será una pintora de la talla del autor del Ecce Homo, pero no obstante no es la primera vez que hace algo así, y tal y como ha demostrado también vende cuadros.
¿Mi opinión? Bueno, yo no
soy artista, así que no soy una voz experta. Soy científico, aunque aquí no me
sirve de mucho tampoco. Por tanto diré simplemente lo que siento.
El resultado dista mucho
de ser el original, eso es indiscutible, pese a estar sin finalizar. De
cualquier forma, yo creo que nos hemos pasado un poco todos con esta señora que
no ha tenido más que una buena idea hacia una parte del patrimonio de su
pueblo. No es un asunto tan grave y no merece comparación con qué hubiese
pasado si la obra fuese más valiosa. En este caso particular, es mejor dejar el
cuadro como está, ya que la fama del cuadro está llegando ahora, y no por lo que
fue sino por lo que ahora es.
A mí es que incluso me empieza a gustar. No le veis también algo
de… ¿entrañable?