Escribo esta entrada para compartir un trabajo original de mi autoría para la asignatura de "Discursos del Arte Contemporáneo", dentro del Grado de Lengua y Literatura Españolas de la UNED, durante el curso académico 2017/2018.
George Grosz
El eclipse del Sol, 1926
Óleo en lienzo, 207.3 x 182.6 cm
The Heckscher Museum of Art, Huntingdon, New York
El siglo XX comenzaba para Europa con una gran prosperidad, basada en el avance técnico e intelectual, que se vio truncada por las guerras y los totalitarismos. Antes de la Primera Guerra Mundial, el mundo parecía próspero y guiado por el progreso. En palabras de la gran figura intelectual del siglo XX Stephan Zweig, “era ya el resplandor del incendio mundial que se acercaba” . La sociedad se vio llevada al límite por los fanatismos políticos y sacudió prácticamente toda Europa dejando un tremendo holocausto no sólo material, sino también una agitación a la idea positiva colectiva de humanidad.
El arte es un fiel hijo de la sociedad, y como tal experimenta una evolución adaptándose a los tiempos y siendo un reflejo de las crisis históricas. Precisamente por esa deriva convulsa de las épocas de inicios del s. XIX, Hegel se mostraba “pesimista en cuanto a la posibilidad de creación artística en la época moderna” . El siglo XX es una puerta abierta a la experimentación de nuevas formas estéticas, donde una multitud de estilos han desbordado las galerías: surrealismo, dadaísmo, expresionismo, cubismo… En La responsabilidad del artista, Jean Clair analiza el papel del nuevo arte del siglo XX, las vanguardias, en su relación con los modelos sociales y políticos de esas primeras décadas del siglo. Realiza una apertura en la que diferencia modernismo de vanguardias, defendiendo que el modernismo se centra en extraer la esencia del momento en particular. Ya mucho más combativo, centra su segundo capítulo en vincular a la imaginería nazi con el estilo que proponen las vanguardias, en una relación de acompañamiento entre ambas partes, debido a la necesidad que tenía el régimen de impregnar no sólo la política sino la cotidianeidad de la vida alemana, lo cual también incluía promover su propio modelo estético.
Y precisamente en el libro de Clair es citado el artista expresionista alemán George Grosz (1893-1959), exiliado de Alemania poco antes de la instauración de Hitler en el poder . Clair recoge cómo Grosz escribe acerca de algunos autores vanguardistas como Munch, Barlach y Nolde, vinculados para él en ese momento a la propaganda nazi y beneficiados económicamente de la promoción de la misma . En cambio, otros artistas como Grosz no se aliaron con el poder fascista alemán, y prefirieron denunciarlo desde sus inicios con sus palabras y a través de su arte. Vargas Llosa pone a Grosz y a Brecht como ejemplos de los que debería aprender quien quiera considerarse un artista comprometido , aquél que tiene los medios y las formas de establecer una resistencia y una denuncia activa a través de una vida ejemplificada en sus obras.
El eclipse del Sol es una obra de 1926, que refleja el impacto de la Primera Guerra Mundial en la mente de George Grosz , , y para Barbara McCloskey es una buen bodegón de los elementos del incipiente Tercer Reich de Hitler en una influencia dadaísta . En el cuadro existen elementos que lanzan su crítica al capitalismo, el ejército, la religión y el autoritarismo. El cuadro está lleno de símbolos frente al inestable periodo de la República de Weimar, desde el final de la Primera Guerra Mundial en 1918 hasta los albores del inicio del régimen nazi en 1933, con la subida de Adolf Hitler al poder. Existe bastante consenso en señalar que durante la República de Weimar se dieron en Alemania varios factores que posibilitaron la llegada al poder del partido nazi, tales como la inflación, el paro, la crisis política y el sentimiento de agravio que la nación sufría respecto a las potencias extranjeras por haberles llevado a una guerra global. Dichos síntomas del malestar político y social fueron manejados hábilmente por Adolf Hitler y su partido, convenciendo al pueblo de un victimismo que ellos lograrían restaurar, mientras los diversos intereses de las clases dominantes jugaban sus posicionamientos en las altas esferas del poder, como se ven reflejados en El eclipse del Sol.
Comenzando por el análisis de la luz en el cuadro, observamos que la luz que debería provenir del sol está tapada por el símbolo del dólar – de ahí que el título del cuadro impregne toda la obra – y el bloqueo forma una oscuridad donde tiene lugar la escena . Algo que ya estaba ocurriendo, pero que también es premonitorio de la crisis económica del 29. Ya de entrada, Grosz sitúa su crítica en un espacio frío que está lejos de la naturaleza y corrompida hasta las raíces por el poder del capitalismo, aunque no es el único símbolo de fuerza que aparece en la escena. Merece la pena comentar que sea un dólar y no marco alemán la divisa reflejada, con lo que Grosz quiere elevar que el verdadero peligro es el capitalismo global y no un sistema económico que dependa únicamente del país – merece la pena destacar que la militancia por aquél entonces del pintor en el Partido Comunista Alemán, que posteriormente abandonaría, y que Grosz también tenía una fuerte vena anarquista -. El compromiso ideológico del pintor aparece como el tema principal del lienzo, una excusa para denunciar la realidad que se avecina en la próxima década.
La figura principal del cuadro, vestido con uniforme con galones y portando en la cabeza una corona de laurel, es una representación del que fue presidente de la República de Weimar desde 1925 hasta su muerte en 1934, el general Paul von Hindenburg . Sobre la mesa están presentes un sable manchado de sangre, indicativo de la Gran Guerra pasada pero aún no del todo limpiada, y una cruz negra, roja y dorada que es el símbolo de la iglesia y, a la vez, del nacionalismo alemán . Grosz quiere señalar que estos elementos persiguen al General, y, por tanto, van a seguir estando presentes en la historia venidera de todo el país a no ser que se acometa la tarea de quitarlos de en medio, metafórica y realmente. Al lado del General, una figura le susurra algo a la oreja. Este asesor, que porta una gran chistera y una colección de armas bajo el brazo, es otra representación adicional del poder capitalista que maneja los hilos del destino de la nación alemana en la sombra con plenos poderes sobre el Gobierno, y todo por obtener su propia ventaja económica . Con esta intervención, el autor quiere señalar lo que para él puede ser el motivo real de las dificultades de Alemania. Grosz incluye a esta figura para demostrar que las ideas de explotación capitalista y militar no son mera narrativa, sino que existe una verdadera corrupción que las hace circular.
Von Hinderburg preside un consejo de ministros bastante peculiar: podemos observar a cuatro figuras sin cabeza en traje sentadas a la mesa, que son los ministros del gobierno encargados de comentar y de poner en marcha las reformas. La vestimenta marca una etiqueta, un cargo importante dentro de la política nacional. En una carta del exdirector del Heckscher Museum Christopher Crossman, citada por Christina M. Wetherbee, se explica que estos decapitados señalan el complejo de la industria militar que creció tras la Gran Guerra y allanó el camino al régimen nazi y a la Segunda Guerra Mundial . Entonces, la ausencia de cabeza de estas figuras burguesas apunta a que son sólo fuerza física, correspondiéndose con la idea del poder del ejército, y son los que firman los papeles del Gobierno.
¿Y dónde queda la voluntad popular? Los votos de los ciudadanos están a un lado de la mesa, siendo pasto de un burro ciego que da la espalda a todo lo que ocurre entre los poderosos. Esta figura simbólica pone al pueblo a un nivel animal, inferior al de sus mandatarios, y además ciego e inerme. No es en sí mismo el pueblo una víctima para el pintor, sino que también tiene parte de la responsabilidad por haberse dejado poner en esa posición, por la ignorancia propia del pueblo. Así se ve reflejado el pesimismo de Grosz, en un poder corrupto y secuestrado del pueblo, del que ha participado porque también está en la mesa del poder. Pero además, en el cuadro se observa que debajo del burro hay un esqueleto, personificación de la muerte que espera a la nación si se siguen los dictados de las potencias capitalistas y militares. Este detalle es el broche que pone fin a toda la historia detrás de la apariencia en la que Grosz retrata los peligrosos juegos de poder de la época.
Precisamente por este análisis que pone en evidencia la tiranía del gobierno alemán de los años 20, El eclipse del Sol de George Grosz fue censurada por el régimen de Hitler, como se recoge en el periódico The New York Times de 1937 , donde a su vez se ponen otros ejemplos de arte moderno que sí son admitidos y alabados por la censura, normalmente porque ensalzan a Hitler y a su régimen. El ejemplo elegido para esta obra constituye un contraejemplo dentro de lo que Clair comenta, una muestra de que sí hay arte moderno de auténtica protesta , que no coreaba al régimen de poder alemán vigente ni al posterior régimen nazi. Pero existen otros aspectos de esta obra que sí merece comentar dentro de la crítica de Jean Clair hacia las vanguardias.
Clair comenta que una influencia norteamericana decisiva en el arte moderno había contagiado a Europa, la que consistía en despersonalizar todo lo que se representa, en referenciar escaparates vanos, en “no dejar nada a lo inhumano” . Critica la ausencia de contacto con el sustrato y con la naturaleza, tan importantes en los anteriores periodos del arte. Y efectivamente, en El eclipse del Sol no hay más que una sobreabundancia de símbolos que hacen referencia a una esfera sólo comprensible desde lo humano: militares, religiosos, políticos… Lo técnicamente humano lo ocupa todo en el cuadro, incluso la figura incluida del burro está sometida a su fuerte carga simbólica en vez de ser un animal. Es un cuadro que habla exclusivamente de lo que se limita al mundo de las personas. Como mayor prueba de esto, es un régimen político el que autoriza o no la obra dentro de sus fronteras: si según Clair se hubiese seguido apostando por la internacionalización y la pluralidad del arte , no se habría dado esa circunstancia. Aunque, claro, no habría ninguna responsabilidad del artista en comprometerse a denunciar la tiranía de la deriva política alemana.
La idea más destacable del cuarto capítulo de La responsabilidad del artista es la que se refiere al significado de la representación en el arte moderno. Tras explicar que la tendencia actual es quedarse en una básica e inhumana expresión, Clair ataca con más brío añadiendo que este arte no propone nada revolucionario, sino que el lenguaje abstracto puede ser una forma de globalización del vacío . El propio Grosz habla de que el arte está en peligro, y para subsistir el propio artista debe abandonar las puras formas del arte y centrarse o bien en la técnica o en la propaganda . Para Zweig estas nuevas vías del arte resultaron en un avance desesperado de la extravagancia hacia la nada más absoluta, sólo movidos por la prisa en dejar atrás los modelos anteriores . Y el propio Grosz reconoce haber llegado a estos extremos, como cuenta él mismo: “lo que me importaba era usar mi talento para hacer dinero lo más rápido posible… Sólo quería entretener a la audiencia” . Es cierto que en el cuadro se critica la injusticia y la corrupción mediante todo tipo de símbolos, pero de alguna forma se está enmarcando una realidad, dejándola en su sitio como en un cuadro, como en otra forma de meta-representación. ¿Por qué Grosz no aprovecha El eclipse del Sol para ir más allá de la descripción, para proponer una solución al conflicto? ¿Por qué dispone de la técnica para afianzar con más fuerza el periodo histórico dentro de su vanguardia, sin darle una salida? Se queda en el paso atrás de la revolución como critica Clair. Para Grosz, el arte puede sobrevivir como propaganda, y él es un ejemplo de que esa propaganda puede ser útil como una forma de resistencia dentro del arte .
Sin embargo, Grosz también realiza su propia crítica a determinados autores de las vanguardias, a los más abstractos en el sentido puro que han sido señalados por Clair como los virtuosos de lo vacío. El autor se desmarca de ellos, considerando que, al plasmar sólo trazos o figuras, “renuncian a todas las posibilidades de influencia ideológica… quedándose en silencio” , como si ellos, que son quienes tienen que mantener una responsabilidad ante lo que ocurre decidieran centrarse en otros aspectos que sólo despiertan el estímulo y rehúyen la profundidad. Acaba diciendo que toman esa decisión “a través de la ignorancia y la ineptitud” . Grosz es por tanto duro ante un arte que no presente una utilidad real, ante un arte realmente vacío del discurso que no dé a pensar a la audiencia, con lo que enlaza con las declaraciones de Clair sobre el papel actual del arte.
La individualidad en la creación del arte contemporáneo es otro aspecto denostado por Clair, que hace imposible “el núcleo de identidad importante y sólido” . Grosz también habla del artista individual desligado del grupo y lo defiende, aunque es consciente de que en ese proceso creativo se puede alcanzar cualquier límite: “pueden propagarse los irresponsables sentimientos individualistas” . El artista considera que en todo momento el autor es responsable de su técnica y virtudes, así como de sus desviaciones.
Abre su exposición Clair, y también la cierra, recordándonos como el fruto irracionalista ha sido el verdadero autor de los desastres del siglo XX, a pesar de que la fe en el progreso parecía que podía traer la verdadera época dorada . Comenta Zweig en El mundo de ayer, que en ese inicio de siglo XX parecía que la normalidad y la mesura estuvieran mal vistas, mientras que los fanatismos, la drogadicción y en general, “todos los valores anduvieron de capa caída en Austria y en Alemania” . El propio Grosz fue fascinado por los caracteres que proponía el Naturalismo, y prostitutas y delincuentes figuraron en varios de sus cuadros . No es del todo pertinente decir que las vanguardias tuvieron su papel en apoyar a estos irracionalismos fatales, pero sí que algunos autores las jugaron o se vendieron a ellos decididamente. Y se puede decir que incluso los que la criticaron también fueron manchados por la pasión del irracionalismo. Para Vargas Llosa, Grosz mantiene un sentido doble ante la violencia, como si por un lado la rechaza pero por otro se siente fascinado por ella . Toda esta pintura está descargada sobre esta obsesión. Los ministros de la pintura no tienen cabeza precisamente para remarcar su irracionalismo en la promoción de su mal gobierno. El eclipse del Sol denuncia el irracionalismo y la corrupción, es una excelente muestra de un buen uso del arte de las vanguardias.
Bibliografía
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