lunes, 28 de mayo de 2018

El futuro por venir: la lucha contra el envejecimiento

El pasado viernes 25 de mayo tuvo lugar en la Fundación Telefónica un nuevo evento dentro de la temática "El Futuro X Venir". En esta ocasión concreta, el divulgador científico Pere Estupinyá presentaba al investigador Juan Carlos Izpisúa y al traumatólogo Pedro Guillén, que vinieron a hablarnos sobre los últimos avances en reprogramación celular y medicina regenerativa, respectivamente.

Comenzó Juan Carlos Izpisúa, farmacéutico y bioquímico que dirige una cátedra en el Laboratorio de Expresión Génica del Instituto Salk (California). Abría con un salto temporal: del Proyecto Genoma Humano del 2000 a la llegada de la Escritura del Genoma en 2018. 
Sí, porque en el año 2000 pudimos leer nuestras letras del ADN, pero ahora podemos ser capaces de cambiarlas, con extraordinarios efectos en nuestros organismos. O, al menos, estamos muy cerca ya de hacerlo en humanos.

¿Qué usos prácticos puede tener editar nuestro genoma? 
1 - Antes de la fecundación: Podríamos corregir enfermedades cuya base genética está en el ADN mitocondrial del óvulo que aporta la mujer, para facilitar que el niño nazca sano. Se estima que 1/200 madres tienen una alteración en el ADN mitocondrial, relacionado con varias patologías (diabetes, ordera, enfermedad de Leigh...). Ya se ha logrado con éxito en ratones.
2 - Durante el embarazo: todavía es difícil, ya que se encuentran dificultades para actuar sobre células que no se dividen, como las del cerebro o miocardio. Pero la técnica HITI está avanzando a nivel celular, y dentro de poco se podría borrar el cromosoma extra del síndrome de Down, una vez se diagnosticara durante la gestación.
3 - En el adulto: En el caso de la retinitis pigmentosa, un tipo de ceguera, se ha conseguido restablecer la proteína perdida en roedores adultos, y su uso se busca extender a órganos de todo tipo.

Pero Izpisúa se guardaba lo mejor para el final: 
¿Cuál es el mayor factor de riesgo de cara a enfermar?
El alcohol, la falta de ejercicio físico, una mala dieta...

No, nada de eso, el envejecimiento. Sí, porque a medida que vivimos, nuestras células acumulan interacciones con el medio ambiente que debilitan nuestro funcionamiento global. Sí, de eso habla el epigenoma, de cómo se puede regular a nuestros genes en cuanto a su expresión o a su silenciamiento, sin llegar a tocar su secuencia. Lo hacemos continuamente, a veces nuestros hábitos determinan que un gen se exprese en mayor o menor medida.
En torno a este punto, se han desarrollado avances sorprendentes, como el borrado epigenético de un célula con la técnica del PGA, borrando - mucha atención - sólo aquellas modificaciones malignas. Esto se ha conseguido en ratones con disfrofia muscular y en otros con progeria, sin tocar la secuencia mutada se ha logrado revertir la situación patológica en unos niveles muy altos.


Sigamos con la última sorpresa que nos tenía preparada Izpisúa. ¿Por qué envejecemos? ¿Cómo detecta nuestro organismo el paso del tiempo?
Atención: por los ciclos del día. O por el Sol, que es lo mismo. Casi el 70% de los genes siguen un ritmo circadiano en su expresión, y este ritmo cambia con la edad. El reloj circadiano de las células de un joven es mucho más agudo en la expresión génica que la de un anciano. ¿Qué nos lanza el científico a modo de reflexión futura? Pues... que quizás podríamos modificar el núcleo supraquiasmático de nuestro cerebro para evitar que mande señales de seguir el ritmo circadiano a nuestras células, que serían entonces de nuevo jóvenes...

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Si lo ya dicho fuese poco, el traumatólogo Pedro Guillén, creador de dos técnicas: la artroscopia sin cables (WAD) y una técnica propia de implante de cartílago (ICC), nos habló de la medicina traslacional. Esta medicina busca amortizar la inversión de la investigación básica, aplicándola a contextos terapéuticos reales. Mostró un fragmento precioso de Lope de Vega que reproduzco aquí para ilustrar que nuestras ideas se hacen realidad a una velocidad pasmosa:

Verdad que desmerece,
por parecer mentira,
pues más de ciento en horas veinticuatro,
pasaron de las Musas al teatro.

La célula es una enorme oportunidad terapéutica, y la medicina regenerativa está usando todo el potencial de estos laboratorios de nuestro cuerpo. En este campo, Guillén busca regenerar el tejido perdido utilizando células autólogas que mediante divisiones celulares progresivas reeemplacen y mantengan, por ejemplo, el cartílago. Ha conseguido tratar con éxito a cientos de pacientes en sus novedosas intervenciones.

Investiga genes y epigenoma para ampliar su conocimiento en cómo modificarlos, porque también está interesado en potenciar el retraso del envejecimiento junto a Izpisúa, ya que ambos son compañeros y grandes amigos. Según él si no se suma, no se optimiza.

Lo más excitante del futuro es ver cómo se va haciendo presente.




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