Un interesante experimento: Irlanda planteó un referéndum a sus ciudadanos con una pregunta simple: "¿Está a favor de la abolición del Senado (Seanad)?". A elegir entre los votantes quedaba el Sí o el No.
Ganó el No.
Dicen que en Irlanda las votaciones acostumbran a traen una sorpresa final que no predicen los sondeos. Efectivamente, cuando la semana pasada el 62% se decantaba por el sí, el resultado final y el que cuenta ha sido de un 51,7% para la negativa a la abolición y un 48,3% para el apoyo, un resultado apurado pero suficiente. Si ya el electorado es bajo (alrededor de 3 millones), sólo acudieron a las urnas el 39% (Irish Independent).
El golpe ha supuesto un mazazo para el Gobierno actual de Irlanda, gobernado por el Fine Gael en coalición con el partido laborista. El taoiseach (primer ministro) Enda Kenny y sus aliados laboristas habían convertido la abolición del Seanad en su medida estrella y querían que sus votantes apoyarán su supresión. A esta opinión de pedir el Sí se había sumado también el Sinn Féin. La principal oposición era del partido Fianna Fáil, junto a los Verdes y otras plataformas interesantes como Democracy Matters, todos ellos pidiendo el No (El País).
¿Por qué abolir el Seanad? La situación puede recordar un poco al Senado español. La cámara alta irlandesa no tiene realmente un gran poder de decisión, que está realmente en la Asamblea, y en su composición figura un elevado conjunto de miembros que no han sido elegidos democráticamente, como son por ejemplo los representantes de las universidades más reconocidas. Para más inri, supone un gasto de unos 20 millones de euros anuales, por lo que se postulaba como un recorte atractivo para el ciudadano harto de los políticos (The Guardian).
Viendo estas razones, ¿por qué los ciudadanos no han decidido abolirlo? Han hecho caso de las razones que apoyaban el No, principalmente resumidas en que suprimir el Senado no es una solución. Conscientes de que está mal constituido como está ahora, han preferido mantenerlo con la esperanza de reformarlo algún día para que sea funcional y útil a la ciudadanía. Esa es ahora la medida que deberían tomar los partidos en el Gobierno. Como decía un ciudadano irlandés contrario a la abolición: "Si votamos por su supresión, el Senado desaparecerá para siempre, nadie jamás volverá a resucitarlo y eso asusta." Quién sabe si se perderían un gasto o por el contrario un poder que será decisivo en un futuro no lejano, si es adecuadamente pulido para entonces.
¿Y en cuánto al gasto? Muchos han señalado, con gran acierto, que "nos hemos gastado mucho más rescatando a los bancos". Cierto, comparado con la gran inversión multimillonaria prestada a las entidades financieras en riesgo, los 20 millones del Senado son golosina.
Otros ven el resultado electoral como un revés al taioseach y a sus políticas, ya que ellos eran los principales partidarios de suprimirlo. También es plausible.
En definitiva, con esa negativa, hay un cierto clamor de esa ciudadanía contra su forma de ser gobernados y debería prestársele atención. Las cosas se pueden hacer de otra forma, y las estructuras, como las del Seanad pueden ser perdonadas siempre que puedan ser reformadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario