En 1942, cuando la Segunda Guerra Mundial azotaba al globo, Geoffrey Tandy trabajaba tranquilamente como conservador del Natural History Museum. Esa monotonía laboral se rompió de repente cuando fue reclutado para trabajar en Bletchley Park, una instalación militar de Buckhingamshire, Inglaterra, donde miles de intelectuales tales como matemáticos, traductores, filólogos... trabajaban sin descanso para descifrar el secretísimo código Enigma que utilizaban los nazis para comunicarse entre ellos.
El oficial que reclutó a Tandy a su cargo pensaba que este era un experto en descifrar criptogramas, cuando en realidad Tandy era un experto en criptógamas: algas y plantas entre las que se incluyen musgos y helechos, que se reproducen mediante esporas y no mediante flores como las plantas superiores. Es sin duda una confusión divertida.
Pero el desenlace de la historia es aún más sorprendente, resulta que los conocimientos de Tandy resultaron de gran ayuda cuando se recuperaron de un submarino algunos cuadernos de notas que contenían mensajes cifrados. Para conservarlos para los descifradores de códigos, Tandy los secó colocando las hojas entre papel absorbente, del mismo modo por el cual acostumbraba a secar especímenes de algas marinas.
"No te acostumbres a subestimar, pues nunca sabes la utilidad de lo que te estás perdiendo"
Me ha emcantado! Es cierto que quien menos esperas que haga algo impresionante, te acaba asombrando y.sorprendiendo!
ResponderEliminarUn kiss
Me alegra ver que lo has encontrado interesante.
EliminarMe sacaré de la manga alguna otra anécdota de estas...
Qué grande...
ResponderEliminarMuy curiosa la historia ^^
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