Os dejo una historia encantadora y muy actual, narrada de una forma deliciosa por la guionista Alicia Luna (ver fuente aquí)
Y estoy aquí porque se me ha ocurrido una idea. Se la he contado a mi amiga Lucía que vive en Grecia y ella a todos sus amigos. Luego se la he contado a mi prima Lourdes que vive en Portugal y ella a todos sus amigos. Y ella se la ha contado a su amiga Nucia que vive en Italia, que también se la ha contado a todos sus amigos, y Nucia a su hermana Leire que vive en Irlanda con su padre, que también ha ido corriendo a contársela a sus amigos.
La idea es que nos quedemos quietos porque no nos gusta lo que está pasando en el mundo. Pero quietos, quietos. Cinco días quietos. Ni uno más ni uno menos. A todos les ha parecido buena idea y nos hemos quedado todos, todos... una, dos, tres y... ¡quietos!
Y entonces ha venido a verme un señor muy formal con traje y una tarjeta de un Banco que me ha dado una palmadita en la espalda y me ha dicho que si le digo a todos mis amigos y a los amigos de mis amigos que vuelvan a sus quehaceres me hace un super regalo. Yo le he preguntando a mis amigos si cojo el regalo y todos me han dicho ¡¡Noooooo!! El señor se ha enfadado un poco, ha fruncido el ceño, ha cerrado el puño como amenazándome y se ha ido. Luego han venido dos señores muy formales, también con traje y muy sonrientes. Me han enseñado una tarjeta donde decía Comisión Europea y me han invitado a ir a Bruselas con ellos para hablarle a todos los hombres formales con traje que trabajan con ellos. Les he preguntado a mis amigos: ¿Voy? Y todos se han quedado pensativos, pero al momento me han contestado que sí, que vayamos. Al oír esto los dos hombres formales con traje y sonrientes han tragado saliva dos veces.
Hemos decidido ir todos juntos con los dos señores tan formales a Bruselas. No parecen muy contentos. Se les ha subido y bajado la nuez en la garganta dos veces. Nosotros todos ya estamos caminando desde Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España. Y por el camino se nos han unido otros amigos de Francia, Bélgica y ese país que dicen que es tan pequeño tan pequeño que cuando buscas aparcamiento cruzas la frontera. Liechtenstein, me sopla mi amiga Sofía que siempre se lo sabe todo.
Cuando hemos llegado a Bruselas todos los señores formales con traje estaban esperando a que yo les explicara lo que queríamos, pero yo no llegaba a la tribuna, así que han tenido que traerme una banqueta. Y ahora sí. Ya les veo a todos. Y les he preguntado si eran ellos los políticos. Todos, todos han empezado a mirarse los unos a los otros y uno ha dicho: "Eso dicen". Y yo les he preguntado que si entonces eran ellos los que habían cerrado hospitales, echado a nuestros maestros, subido los impuestos y los que habían conseguido que mi padre no tuviera trabajo y mi madre no parara de hacer cosas aquí y allá para poder pagar el agua y la luz y que mi abuela pagara con su pensión nuestra hipoteca para que no nos echaran de casa. Entonces ellos han vuelto a mirarse los unos a los otros y de repente todos, todos, han señalado a dos de ellos que estaban sentados a un lado y tenían el logotipo de un banco en la solapa de sus trajes. Y estos, que solo eran dos, han cerrado el puño, fruncido el ceño y amenazado a todos los políticos. Así que les he preguntado a todos los demás que por qué les tenían miedo si solo eran dos. Y entonces los dos hombres de traje con logo de banco en la solapa han venido hacia mí con el ceño fruncido y todos mis amigos y los amigos de mis amigos que estaban fuera han entrado por las puertas, las ventanas y las paredes y se ha organizado un lío que cuando mi madre se entere nos deja a todos sin dibujos el finde. Pero es que mi madre, que siempre se entera de todo, ya estaba allí entre toda la gente y ha agarrado de los pelos a una mujer rubia y gordita de traje azul que decía cosas como "¡yo no quería! ¡ellos me obligaron!"
Total, que el padre de mi prima Lourdes ha vuelto a enseñar en la Escuela en la que trabajaba, mi madre ya puede tener vida y con un solo trabajo paga todas nuestras facturas y los findes se sienta a ver los dibujos con nosotros. Mi abuela se gasta su pensión en sus medicinas y como le sobra dinero nos hace regalos, así que han vuelto a abrir la tienda de chuches de la esquina. Y todos todos mis amigos y los amigos de mis amigos hemos vuelto a nuestros quehaceres. Y los señores tan formales de la Comisión Europea están al cuidado de que los señores del traje con el logo del banco en la solapa no salgan de la cárcel y me dicen que la señora gordita de azul y los pelos rubios sigue diciendo "¡yo no quería! ¡ellos me obligaron!" desde su celda de un hospital psiquiátrico.
Y colorín colorado este cuento del futuro cercano que me he inventado ya se ha terminado.
(Mi pequeño homenaje a Quino y su viñeta "Mamá ¿qué harías vos si vivieras?")
FIN
" La idea de Luna" por Alicia Luna, Huffington Post, 26 de Octubre de 2012
Espero que como yo hayáis disfrutado de una amena lectura que nos enseña que las cosas pueden ser muy simples, si quisiésemos. Igual es que hay que volver a pensar como Luna.
" La idea de Luna" por Alicia Luna, Huffington Post, 26 de Octubre de 2012
Espero que como yo hayáis disfrutado de una amena lectura que nos enseña que las cosas pueden ser muy simples, si quisiésemos. Igual es que hay que volver a pensar como Luna.
Podrían ser tan simples... pero no son tan simples. O mejor dicho, seguramente sí, pero nosotros no nos lo creemos.
ResponderEliminarEs como una especie de Revolución Francesa, pero a modo de cuento infantil y con censura xD.
Me inclino por lo segundo que comentas. Creo que podemos hacer esta alegoría en la vida real (quizás sea incluso lo único que podamos hacer para salir de esta).
EliminarMe alegra ver que lo hayas encontrado curioso. ¡Un saludo!