jueves, 27 de febrero de 2014

Una transfusión de vino



Una entrada más narrativa...

Me gustaría compartir con vosotros en este espacio un microrrelato que presento al Concurso Internacional de Microrrelatos de Torrelongares.

El tema es libre, pero requiere la presencia del vino en el texto.

Os dejo con mi creación:


Una transfusión de vino

La sangre me bullía al verla....
El estruendo del caudal granate rompiendo violentamente contra mis venas era vibrante, una sensación casi divina.

Todo clímax tiene un álgido final.
Y más sabiendo que el corazón que yo ansiaba nunca dormía solo.
Mi mente se encargaba de recordármelo, tornando mi sangre en una masa densa que busca ahogarme.

Con frecuencia suelo recurrir a una transfusión de vino. Para casos de emergencia.

Solo el vino sabe desconectar la mente del cuerpo. Al apagarse las luces de mi azotea, ella se despersonaliza. 
Olvido. Ya no la rodea nadie.
Y así... me sumo de nuevo en el placer de sentir mi sangre viva...



Si el relato os ha gustado, podéis votar por él a través de Facebook en esta dirección. ¡Agradezco vuestra colaboración!

Y por supuesto, ¿por qué no os animáis a participar? Si lo hacéis os votaré también.

domingo, 23 de febrero de 2014

Por qué me gusta tanto Misfits


Misfits es una serie británica que comenzó a emitirse en 2009, y la quinta y última temporada cerró el argumento a finales de 2013. La trama de Misfits no es en apariencia muy pretenciosa: cinco jóvenes con comportamientos difíciles que trabajan juntos prestando servicios a la comunidad se ven envueltos en una extraña tormenta que les concede superpoderes. A partir de ahí, diferentes sucesos, generalmente relacionados con el hecho de que otras personas también han adquirido poderes, serán el hilo conductor de la serie, a medida que conocemos algo más en profundidad a los protagonistas.

Misfits se compone de varios componentes muy fácilmente observables:
  • Los poderes, tanto como amenaza en manos de enemigos como parte estructural de los problemas de los protagonistas.
  • El lenguaje vulgar y soez, acompañado de algunas teatralizaciones del mismo tono.
  • La amistad dentro del grupo, como un valor contrapuesto a la labilidad emocional de sus miembros.
  • La ausencia de argumentos prolongados en el tiempo, que dotan a la serie de una apariencia de que ha sido construida a medida que avanzaba.
  • El tremendo carisma de sus personajes, sobre todo por la forma en la que se expresan.

Estaré de acuerdo en que todo esto no arroja mucho atractivo. Aunque me gustan las series más complejas, algo que sólo se encuentra en series como Misfits me llama también mucho la atención. 

Para comenzar, me atrae en cierta medida que protagonistas normales adquieran poderes, en especial, si esos poderes no son muy útiles, como ocurre con algunos. Cualquiera que sea el poder dota a la persona de una segunda naturaleza de la cual debe preocuparse, como si ya no tuviese suficiente con  preocuparse por su yo interior o por los que les rodean. Esto se ve muy claro en personajes como Rudy o Curtis. Además, el hecho de que los poderes los ostenten adversarios de los Misfits - sin ser por ello peores personas que los del mono naranja - da una emoción constante a la trama, donde parece que cualquier capítulo podría suponer el último de sus vidas.


También es muy reseñable el hecho de que, pese a tener poderes, los Misfits no quieran dedicarlos a salvar el mundo ni nada por el estilo. Simplemente siguen su trabajo a la comunidad, aunque de vez en cuando se benefician de ellos como pueden. Es un punto de vista terriblemente humano y acertado. Muchos pueden pensar, como ellos, "que el mundo lo salven otros".


El lenguaje soez y el hecho de que los personajes sean jóvenes difíciles de tratar es probablemente un punto propio de la serie muy superior a los poderes. No se suele ofrecer un análisis tan detallado de las vidas y las intimidades de un grupo de estas características, lo cual es llamativo. Los personajes, quizás por el uso de estos arquetipos, son simples hasta la médula y es muy fácil seguirles y entenderles, quizás un secreto de la audiencia de la serie. Aunque muchas veces el humor es demasiado surrealista y zafio (Nathan es un personaje inolvidable), es un complemento necesario para sumergirse en esta realidad de la juventud que se nos presenta.


Por último, decir que la serie tiene capítulos sorprendentes: muchas veces usa el recurso de los universos paralelos o hace guiños a la cultura pop muy bien recibidos; capítulos que resaltan que la trama puede saltar por los aires porque lo importante de verdad es otra cosa. 

Es necesario para hacerse seguidor de Misfits querer a sus personajes (al menos a uno de ellos) como me encandilaron a mí Nathan, Rudy y muy especialmente la tardía Abby; estar dispuesto a reírse de la poca seriedad de una serie tan bien configurada, y, para terminar, dejar que capítulo tras capítulo nos salpiquen unas ligeras gotas de ficción bien fresca y fácil de digerir.

viernes, 7 de febrero de 2014

No crezcas, Manolito

La reciente lectura de "Mejor Manolo", de Elvira Lindo, me trae a la memoria los ratos que pasé de niño leyendo las desventuras de Manolito Gafotas. Este ejemplar es el octavo de la serie y, aunque no está quizás a la altura de los anteriores, no por ello resulta incapaz de resucitar esa frescura que siempre se ha tejido alrededor de ese niño de Carabanchel (Alto).

Nadie en Carabanchel (Alto) sabe quién es Manolo García Moreno, pero todos conocen a Manolito Gafotas. Se trata de un niño bastante normal, con una familia de clase media-baja enfrentada a los problemas comunes de tantas otras familias. Manolito teme las collejas de su madre, odia a su hermano el Imbécil, echa de menos a su padre camionero y siempre se apoya en su mejor aliado, su abuelo. Entre sus amigos están Yihad el chulito, el cerdo traidor Orejones, la Susana Bragas-Sucias, la medio-novia Melody Martínez... 


A lo largo de varios libros, la mayor parte compuestos de relatos cortos, estos personajes hacen de las suyas. La mayoría de los capítulos se basan en una vida muy cotidiana, con Manolito haciendo alguna que otra trastada, siempre contada desde el principio de los tiempos, que finalmente se resolverá con más o menos suerte. Resulta curioso cómo, desde este planteamiento aparentemente poco ambicioso la serie de libros obtuvo un gran éxito desde el principio.

- Quizá no haga falta engañarse tampoco. Manolito Gafotas siempre ha sido un alegato a la simpleza de la vida. La exhaustiva descripción de situaciones que no salen de lo común, mezcladas con la delirante ironía de Manolito, es lo único que hay en estas historias. Es un canto a una vida que cualquier niño puede tener: unos amigos que pueden ser cualesquiera, una profesora desesperada, una familia con sus altos y bajos... Es posible que eso haga que sea fácil entenderse con el mundo de Manolito. Y una enseñanza: no hay por qué buscar lo complicado para hacer feliz a un lector, y más cuando los lectores son niños, que no son precisamente poco exigentes.

- Hay quizás otro motivo: Manolito puede que desee en momentos puntuales tener otra situación, pero desea en el fondo que nada cambie. Valen la pena las collejas y las palizas de Yihad si uno se puede sentar en el banco del parque del Ahorcado o se duerme cada noche con el abuelo en la terraza. Los niños pueden aprender que el día a día tiene también su gracia, tal y como transcurren los de Manolito, y las aspiraciones a un entorno nuevo se pierden cuando se descubren los pequeños grandes cambios que pasan cada mañana.

Por ello, lo mejor que se le puede desear a Manolito Gafotas es que no cambie su sencillez. Sólo así se acaba descubriendo que, solo igual, es posible que sea uno de los niños más envidiados del mundo mundial

Y todos nosotros lo fuimos al igual que él.