domingo, 29 de septiembre de 2013

La fiebre de los debates televisivos

Han proliferado como setas los debates en las distintas cadenas de televisión. El formato lo tenemos ya a toda horas y, por si fuera poco, hay programas informativos que también incluyen el debate como una modalidad potente de su metraje.


Cabe preguntarse a qué se debe esta masificación, a cuento de qué viene tener a todas horas periodistas y expertos hablando - con mayor o menor pericia - de los temas de actualidad. Es sin duda una ocasión que se crea de facto, por la situación de desconcierto económico, político, social... que vivimos. Las personas tendemos a pensar que con un plus de información podremos entender mejor la situación en la que estamos, y las cadenas televisivas se han lanzado a cubrir esta demanda que parece bien justificada.

Hasta ahí todo bien, es importante estar informado, incluso informado de más, cuando pasan cosas importante. Lo que ahora cabe preguntarse es la calidad de la información: ¿aporta algo este tipo de debates sobre el informativo o la lectura sosegada del periódico? En ocasiones en los debates se intenta profundizar sobre un tema muy concreto de alguna noticia o se muestra un enfoque distinto de un tema que ya se ha tratado antes, lo cual es sin duda beneficioso para los espectadores. Otras veces, se dan las mismas vueltas sobre un tema concreto y con las mismas voces (tema aparte), lo que no se puede decir que produzca nada nuevo.

No tengo problema en reconocer que me he vuelto seguidor de estos espacios. Los consumo con moderación - cosa que no figura a la hora de vendernos el producto -, siempre con el interés de ver los temas que se tratan, cómo se tratan y quiénes hablan sobre una u otra postura. En ocasiones hay voces que dicen algo inteligente o se tratan temas que no se ven apenas en los informativos; en otras, la repetición de ideas y el discurso caduco de algunos tertulianos las hace cuanto menos difíciles de digerir. 

El formato también es valorable: es necesario un moderador activo y con dinamismo pero sin ser partidista, y unos recursos documentales que cubran bien la introducción a los temas que aparecen. Cabe también señalar que en los debates siempre hay algo de duelo, de enzarzamiento entre dos tertulianos enfrentados. Es un método de los que dan audiencia y que algunos formatos hasta intentan impulsar, pero en la mayoría de ocasiones no aclara nada y hace que el tono serio se pierda por completo.

Al abundar tanto, casi concebimos a los debates como un programa de entretenimiento más en nuestras pantallas. Es divertido incluso ver cómo la audiencia se posiciona: elige a sus tertulianos favoritos y parece pensar que hasta le representan. No está de más dejarse llevar por estos formatos y sus posiciones, pues es posible que obtengamos visiones que nos enriquezcan, pero tampoco hay que dejarse llevar por su formato tan cerrado y casi guionizado. 

Visualizar estos debates nos ayuda a informarnos pero no a participar, para participar hay que trascender estas realidades. Que los debates políticos se acerquen al ciudadano están bien, pero esto no debe dar una falsa sensación de comodidad, de que informándonos ya está todo bajo control. No, no. Como dirían algunos que investigaban fenómenos paranormales, hay que mirar más allá: "la verdad está ahí fuera".


jueves, 19 de septiembre de 2013

Violencia y cambio climático


Hace ya algunos años, mientras leía en el libro Química Ambiental de Colin Baird sobre las posibles implicaciones del cambio climático, encontré algo curioso. Aparte del bien conocido riesgo de elevación del nivel del mar o del advenimiento de temperaturas extremas, en el texto se afirmaba que había indicios para creer que la criminalidad aumentaría. Se comentaba que había estudios que relacionaban la violencia generada por humanos con el aumento de temperatura.



Es un hecho que me había parecido curioso pero no le di mucho más crédito, hasta que hace unas semanas lo volví a ver. Esta vez en la prensa (BBC, Clarín). Se hablaba de un vínculo importante entre violencia y el cambio climático, en un estudio de un equipo de científicos de la Universidad de California que ha aparecido en la revista Science. Para ello ponen como ejemplo varios conflictos que se han visto aumentados en los últimos años y donde ha habido un incremento notable de la temperatura, tales como la proliferación de choques étnicos en Europa y guerras civiles en África, crímenes durante el año pasado en EEUU, sequías en India que ocurrieron a la vez que varios casos de violencia doméstica... Los investigadores declaran que a priori los datos ya sugerían un comportamiento por el estilo, pero que las sospechas quedaron confirmadas al realizar una estadística en toda regla.


Se sugieren dos posibles hipótesis que expliquen el comportamiento. Por un lado, el aumento de temperatura puede producir sequías, con la consecuente escasez de recursos que conlleve a las poblaciones a migrar y a que se puedan producir choques violentos por invasiones, ocupaciones o aglomeraciones. Por otro, también apuntan a que puede existir un componente fisiológico, mediante el cual las conductas humanas se vuelven más agresivas en presencia del calor.

Las investigaciones aún deben esclarecer los verdaderos motivos que expliquen esta relación. Pero la evidencia resulta inquietante, más aún si tenemos en cuenta que vendrán más y más grados...

jueves, 12 de septiembre de 2013

Moverse por Dublín

Uno de los aspectos que más positivamente se muestran en la ciudad de Dublín es la facilidad para moverse entre sus calles. No solo a pie, sino también gracias a una muy conveniente red de transporte público.

  • Sorprende ver la frecuencia de los autobuses. Existen 111 rutas de buses que viajan a través de la ciudad y conectan Dublín con lugares de la periferia, como el aeropuerto. Cuenta también con 18 rutas nocturnas. El precio de un viaje sencillo de un trayecto urbano o a la perifieria suele ser de 1,65 - 2,80 euros. Existen muchos tipos de bonos que se pueden sacar para utilizar toda la red de autobuses, entre ellos el Rambler Day que por 6,90 euros te permite coger todos los buses que quieras durante un día, o bonos para viajes ilimitados durante 3, 5, 10 o 30 días no consecutivos - teniendo el de 5 días, por ejemplo, un precio estándar de 25 euros o de 18 si se muestra un carnet de estudiante. Se paga en metálico o pasando la tarjeta por el lector al entrar al autobús. 


Los autobuses son double-decker de un amarillo característico, exhibiendo el número de ruta y destino en la parte delantera. El piso de abajo es reducido, pero posee espacio para minusválidos y algunos de ellos (como los que van al aeropuerto) tienen un lugar habilitado para carga de maletas. El piso superior es cubierto, al cual se accede por la escalera algo angosta hasta que uno se acostumbra, y únicamente posee filas de asientos, perfecto para observar Dublín desde una posición elevada.

Las paradas están muy cerca unas de otras, bien identificadas y frecuentemente hay en ellas un dispositivo electrónico que indica qué buses pasan y cuanto queda para que lleguen. Las frecuencias dependen de la ruta y del día de la semana, pero suelen ser de unos 12-20 minutos de lunes a viernes y de 20-30 minutos los sábados y domingos. El último bus es generalmente a las 23:00 o 23:30.


Como curiosidad, los buses no se detienen si no levantas la mano, algo que a muchos turistas les ha pasado cuando el bus siguió su camino pese a casi pisar el asfalto delante de la marquesina. También es frecuente que se entre y se salga únicamente por la puerta delantera, la puerta trasera se abre muy pocas veces, casi exclusivamente para discapacitados o carritos de bebés.



  • El tren es una forma conveniente de desplazarse a lugares más lejanos de la capital. Tara Street y Connolly Station son dos paradas céntricas en Dublín desde donde coger el tren. El DART es un tren muy popular para los turistas, pues permite acceder a las zonas costeras de Howth y Bray. El viaje en el DART a Howth por ejemplo cuesta 2,80 euros y las frecuencias en días laborables suelen ser de 30 min. 

No hay que hacer apenas transbordos. Los vagones son espaciosos y el trayecto hacia la costa permite disfrutar de algunos puntos de interés turístico a medida que el tren se desliza por esos paisajes.

Aparte del DART hay otros trenes suburbanos hacia el norte, oeste o sureste y conexión con el aeropuerto; y otros trenes de largo recorrido.




  • Otra alternativa es el Luas, un tranvía de reciente construcción. Actualmente solo hay dos vías de Luas: desde el centro de la ciudad se puede coger la línea verde a Brides Glen, o la roja a Tallaght/Saggart. Nuevas extensiones del Luas se están planteando para los próximos años.


Personalmente, no me ha sido necesario usar el Luas, aunque también tiene una cifra nada despreciable de usuarios. El Luas está dividido por zonas, por lo que la tarifa es mayor cuantas más zonas se recorren, y un billete sencillo ronda los 1,60-2,90 euros. También cuenta con bonos para varios viajes, como es habitual en este tipo de transportes. Un punto a favor de este transporte son las frecuencias, que rondan los 6-10 minutos y nunca son superiores a 15 minutos.


  • Además del transporte público, los taxis están por todos los rincones de la ciudad. Una parada céntrica de taxis está frente al Trinity College.


Taxistas siempre bien identificados y con un aire profesional, aunque todos ellos muy simpáticos a la hora de entablar conversación con los viajeros. Sin duda, ofrecen una ocasión  única para interactuar con un irlandés cercano que conoce bien la ciudad y su día a día. 
Pero los taxis son caros: la bajada de bandera supera ya los 4 euros, y un trayecto de unas pocas calles ya puede rondar los 8-10 euros. Un ejemplo comparativo es que desde el aeropuerto hasta el centro de Dublín el viaje en taxi nos sale a unos 30 euros.



viernes, 6 de septiembre de 2013

Las Diez Reglas de la Escritura

El recientemente fallecido escritor y guionista americano Elmore Leonard (11 de Octubre de 1925 - 20 de Agosto de 2013) publicó sus 10 Reglas de la Escritura, recientemente comentadas en un artículo de la escritora Jackie Collins.

Estoy seguro de que tanto escritores como lectores podemos tener cosas que decir al respecto de estos diez mandamientos.

¿Con qué reglas estáis de acuerdo? Encontraréis mi opinión personal como lector debajo de cada una de ellas.

1) Nunca comiences un libro hablando del tiempo
Ya hay demasiados libros que empiezan por la metereología...

2) Evita los prólogos
Aunque depende mucho del tipo de historia y cómo se quiera contar, he leído numerosos prólogos que sobran.

3) Nunca uses otro verbo que no sea "decir" para insertar un diálogo.
Es curiosa esta regla, pero estoy de acuerdo en qué "decir" debería bastar en muchas ocasiones. A veces se puede susurrar, terciar, gritar... pero es menos común. Y se hacen muchos ridículos por poner algo que simplemente estaría bien dicho con este verbo. Soy más original a la hora de escribir, pero comprendo el sentido de este mandamiento.

4) Nunca uses un adverbio para modificar al verbo "decir".
Estoy de acuerdo sin reservas...

5) Puntos de exclamación bajo control. No deberías usar más de 2 o 3 por cada 100.000 palabras de prosa.
Simplemente, me hizo gracia. Depende de la situación, pero... ¡¡¡¡se abusa mucho de ellos!!!!

6) Nunca uses las palabras "de repente"  y "se desató el infierno"
En inglés, suddenly y all hell broke loose son puros clichés. 
¿Cuántos se repiten hasta la saciedad en castellano?

7)  Usa dialectos regionales, pero con moderación.
Hay autores que los usan de forma muy acertada. Aunque cansan.

8) Evita dar descripciones detalladas de los personajes.
Personalmente, no las soporto. En ocasiones me las salto. Es mejor describir al personaje poco a poco, y si no lo describes totalmente, tranquilo, muchas veces el lector ya se hace una idea de él/ella.

9) No entrar en mucho detalle al describir lugares y objetos.
Repito lo anterior. Con el matiz de que las descripciones de lugares pueden resultar mucho más agobiantes que las de personajes.

10) No incluyas esa parte que los lectores tienden a saltarse.
Jaja, ¡ojalá todos los escritores se aplicasen esta!

Las Diez Reglas de la Escritura por Elmore Leonard