miércoles, 31 de julio de 2013

50 cosas que hay que saber

Hace ya varios meses que descubrí la serie de libros "50 cosas que hay que saber..." de la editorial Ariel. Ya hay editados más de una decena de títulos, cada uno de los cuales trata sobre un tema amplio: economía, arte, política, genética... por lo que hay para todos los gustos.


Cada uno de los ejemplares no pretende ser un ambicioso proyecto de resumir todo el saber de la disciplina en cuestión, sino explicar los 50 conceptos más interesantes de cada una de ellas, (a juicio del autor, claro está). Cada libro está escrito por un autor que tiene un dominio de la materia sobre la que escribe. Los capítulos se hacen muy amenos, durando cada uno de ellos 4 páginas en las cuales el concepto a introducir se acompaña de frases célebres, cronología y anécdotas. Debido a la brevedad de cada capítulo y a un esfuerzo por mostrar las ideas de una forma clara, con sus pros y contras, esta colección es ideal para aquellos que quieren saber algunas cosas más de un tema que desconocen en gran parte sin tener la sensación de estar perdiéndose entre mucho tecnicismo, aunque en este planteamiento hay excepciones.

A pesar de la estructura de todos los libros de la colección es la misma, el autor suele cambiar en cada uno de ellos, lo cual dificulta un poco la generalización de cómo se tratan los temas. Hay algunos escritores que se esfuerzan por no sobrecargar mucho la mente al lector novato mientras a otros les preocupa poco este enfoque. Por poner un par de ejemplos: el "50 cosas sobre Psicología" es de los que he leído seguramente el peor, porque te atiborra a nombres extraños sin ton ni son y algunos capítulos son agonizantes; mientras que el "50 cosas sobre Genética", que trata de un tema tanto o más complejo si cabe, lo hace de una forma muy recomendable y fácil de seguir para todo aquél que no esté iniciado en biología, incluyendo puntos de vista basados en planteamientos éticos y sociales.

Estos volúmenes son fáciles de conseguir en las librerías y ya empieza a haber algún ejemplar que otro en las bibliotecas municipales, que han visto con buenos ojos esta colección. No dudéis en haceros con alguno si tenéis la ocasión, se trata de una lectura amena, especialmente recomendada para aquellos que les gusta leer sobre algo haciendo pausas, dada la brevedad de los capítulos.


miércoles, 24 de julio de 2013

Las alertas del Whatsapp y el conductismo

No me acuerdo exactamente en qué lugar fue, pero hace un par de semanas leí un artículo que relacionaba el conductismo con nuestra forma de mirar compulsivamente el smartphone. Pido perdón por no poder referenciarlo correctamente.

El conductismo ha sido y es un pilar histórico importante de la Psicología. Skinner (1904-1990) fue uno de los expertos que más activamente contribuyó a sentar las bases prácticas de esta teoría e incluso demostró muchísimas de esas hipótesis de una forma impecablemente empírica. El conductismo sería largo de explicar en condiciones y no soy ningún experto en la materia, pero básicamente es un enfoque de estudio de la conducta humana a base de premios y castigos sobre los sujetos. 

Skinner descubrió la fuerte influencia de los refuerzos positivos (recompensas) o negativos (castigos) a la hora de llevar a cabo ciertas tareas entre los sujetos involucrados en sus experimentos. Fue capaz incluso de esquematizar nuestros comportamientos de una forma muy simple: actuamos para obtener el refuerzo positivo, placentero, y esquivamos el refuerzo negativo, doloroso. Llegó incluso a conseguir que animales como las palomas adquiriesen y demostrasen comportamientos complejos, a la hora de resolver problemas o jugar a juegos complejos, simplemente poniendo en juego esos premios, los cuales perseguían las palomas.


El premio hace que sigamos una conducta para conseguirlo. Sí. Pero observó algo mucho más interesante. Veamos lo siguiente: supongamos que una paloma encerrada en una jaula tiene ante sí una máquina simple. Lo único que está a la vista es una palanca y un agujero. La paloma, tras aburrirse mucho en la jaula picotea la palanca y descubre que al pulsar la palanca, aparece en el agujero una porción de comida. Y cada vez que repite, mismo resultado. A 10 usos de la palanca le corresponden 10 bolitas de alimento. La paloma se engancha a darle a la palanca y a comer el resultado.

Y aquí está la gracia de lo que descubrió Skinner: si en vez de correlacionar 10 pulsaciones de la palanca con 10 bolitas de comida creaba un resultado no tan favorable, ocurría algo sorprendente. Ahora la máquina no desprende comida siempre que se tira de la palanca, sólo a veces, y no se sabe cuando ocurrirá, no es algo fijo. Pongamos que cada 10 veces que la paloma pica la palanca, solo 2 obtendrá comida.

¿Resultado? Las palomas se engancharon muchísimo más que antes, que cuando obtenían algo seguro. La incertidumbre era muchísimo más adictiva que la seguridad.

Y ahora: una imagen. Aquellos que miran compulsivamente la pantalla del móvil para ver si hay un nuevo mensaje de Whatsapp, o un mail, o una alerta de Facebook. No siempre hay alguna alerta en la pantalla, pero siguen probando sin rendirse...

Gracias a Skinner, me paro a pensar que las ideas de Skinner tienen muchísimo que ver con nuestra conducta. Quizás seamos muy simples en todo. Aunque asusta pensarlo

miércoles, 3 de julio de 2013

Los vecinos, en un cajón



El otro día tuve la ocasión de oír la opinión de una psicóloga sobre la convivencia vecinal en los bloques de pisos. Las palabras que pronunció al respecto me parecieron tan poco usuales que quería compartirlas en este espacio.

Señaló con gran acierto que varias de las discusiones e incomodidades de vivir en pisos proviene de la extraña estructura en la que se disponen sus habitaciones, lo cual da lugar a roces que se hacen del todo inevitables.

"Es normal que la gente no se acostumbre a una radio que suena arriba o un vecino que canta de forma estridente tras la pared del baño. Después de todo, esa no es forma para que el ser humano pueda vivir tranquilo. ¿Alguien puede concebir como normal que las personas vivan encajonados, en una especie de cómoda gigante? "

En ese sentido, no deja de ser irónico que nuestros bloques de pisos sean muebles que nos contienen, a la vez que nosotros los amueblamos a nuestro gusto. Sé cual es la primera objeción que se le puede hacer a esta exposición: el espacio. Comprendo que quizás no haya sitio para todos y hemos tenido que recurrir a vivir amontonados con mayor o menor suerte. 

Por ello, no hay mucho más que podamos hacer al respecto, o al menos, no hasta que los arquitectos del futuro diseñen viviendas flotantes. Pero seguro que alguien entonces echaría de menos vivir tan apartado del resto de la vecindad...