martes, 31 de julio de 2018

Patria




Patria
Fernando Aramburu
2016


Bittori comienza a volver al pueblo donde vivía antes de que la banda terrorista ETA asesinara al Txato. La viuda se reúne en el cementerio para hablarle a la vez que intenta hacer de nuevo una vida normal, y la gente comenta su retorno. Miren, la que era su mejor amiga antes del atentado, la que tiene un hijo que ahora está en la cárcel por terrorista, recela de sus intenciones al volver a romper la tranquilidad. El pasado y presente de las dos familias, la de Miren y la de Bittori, se extiende lentamente y afloran todos los acontecimientos que les han marcado durante la época del terror.

Patria es una historia a la me resulta imposible sacar fallos. Es una ficción, pero dolorosamente real. Para aquellos que hemos vivido los años del terrorismo de ETA, o al menos algunos de sus años, las situaciones nos resultan muy reales, más de lo que desearíamos. Algo de lo que se oyó decir que pasaba, alguna pintada en el frontón, alguien que de repente llevaba escolta, una manifestación silenciosa en el pueblo. Muchos de estos acontecimientos son centrales en la novela, otros simplemente ocurren o caen a plomo e impactan de lleno contra los protagonistas, cuyas reacciones al respecto podemos analizar. El terrorismo y sus consecuencias actúan como una órbita de la que es imposible alejarse.

Lo mejor del libro son sin duda sus personas. Porque no son personajes, simples buenos o malos perfilados con alguna luz y sombra. Son personas en la medida en que sus ilusiones, amores, aficiones y costumbres se construyen con la misma esencia que las nuestras propias, y quedan sus vidas marcadas con el charco de lo que supone el terrorismo, incluso aunque no lo pretendieran. Merece la pena hablar de esos protagonistas. Por la parte de la familia de la víctima tenemos a Bittori, una mujer valiente aunque reservada en el segundo plano, ansiosa por conocer un perdón que le permita poner un broche a la vida que le quitaron hace años; al Txato, un empresario que dio trabajo al pueblo y fue señalado y extorsionado por la banda, a quien limitaron sus movimientos en el pueblo pero no le arrebataron su cautela y buen carácter; a Xabier, el hijo médico solterón que vive preocupado por la ama a lo largo de los años y se refugia en su despacho con una botella de coñac; y a Nerea, que se pasa la vida huyendo y negando el peso del asesinato, y arrastra tras de sí una vida llena de zozobras que no se acaba de estabilizar. Y la familia abertzale está representada por Miren, desafiante matriarca cuyo carácter se avinagra y se radicaliza tras apoyar el camino de su hijo; Joxian, el que fuera mejor amigo del Txato y que se queda tímido y parado en su huerta, llorando siempre hacia adentro por el qué dirán; Gorka, el hijo pequeño que prefirió el cultivo del euskera a la lucha armada, y que huye del pueblo en cuanto empiezan a ponerse sobre él las miradas de ser hermano de terrorista; Joxe Mari, uno de los responsables de todo, que empezó desde la kale borroka y acabó bajo el mando de la organización terrorista, y que mira hacia afuera desde la cárcel de Andalucía intentando que nada cambie; y sin duda, Arantxa, la mejor de la novela, la hija de ideas claras que es capaz de dialogar y unir a todos, y que sufre el mayor cautiverio al desarrollar un ictus que le roba la movilidad y el habla, pero no las ganas de luchar.
La historia va y viene entre estos nueve protagonistas, entra y sale en forma de pequeñas ventanas de capítulos breves donde se abarca todo, mucho menos lo ideológico que lo familiar. Las personas se relacionan entre ellas - a veces con más eficacia, a veces con duros encuentros - y conocen a otras - y se enamoran, o se desengañan - y más que una tesis sólo tienen retazos sentimentales para explicar lo que les ocurre.

El libro incluye toda una colección de experiencias inigualables, prácticamente todo se trata a la misma altura que el terrorismo. Lo mismo puede hablarse de cartas de extorsión que de divorcios, de discusiones de familia de domingo que ocurren a la par que atentados. Escrito de una forma aparentemente sencilla, con frases breves pero articuladas sobre un complejo andamiaje de lenguajes que permiten leer entre líneas. Usa brevemente el euskera a gotas, y la indecisión algunas otras separada entre barras, como si el lenguaje adquiere relieve y dispersión.

Además el libro incluye a personajes reales, como los nombres de algunas víctimas y etarras, para rodear aún más la trama de una intensa verosimilitud. Sin embargo, la auténtica sensación de realidad se perfila mejor en lo cotidiano donde se desarrollan las vidas normales de las familias, que es a donde también llegan los ecos de la calle.

No he podido reprimir la humedad en los ojos al leer la conclusión. Es rápida, fugaz y casi tiene prisa por cerrarse. Persigue lo que todos los protagonistas han buscado durante su peregrinaje, persigue la esperanza.

lunes, 9 de julio de 2018

Eclipse del sol, George Grosz

Escribo esta entrada para compartir un trabajo original de mi autoría para la asignatura de "Discursos del Arte Contemporáneo", dentro del Grado de Lengua y Literatura Españolas de la UNED, durante el curso académico 2017/2018.

 
George Grosz
El eclipse del Sol, 1926
Óleo en lienzo, 207.3 x 182.6 cm
The Heckscher Museum of Art, Huntingdon, New York


El siglo XX comenzaba para Europa con una gran prosperidad, basada en el avance técnico e intelectual, que se vio truncada por las guerras y los totalitarismos. Antes de la Primera Guerra Mundial, el mundo parecía próspero y guiado por el progreso. En palabras de la gran figura intelectual del siglo XX Stephan Zweig, “era ya el resplandor del incendio mundial que se acercaba” . La sociedad se vio llevada al límite por los fanatismos políticos y sacudió prácticamente toda Europa dejando un tremendo holocausto no sólo material, sino también una agitación a la idea positiva colectiva de humanidad.

El arte es un fiel hijo de la sociedad, y como tal experimenta una evolución adaptándose a los tiempos y siendo un reflejo de las crisis históricas. Precisamente por esa deriva convulsa de las épocas de inicios del s. XIX, Hegel se mostraba “pesimista en cuanto a la posibilidad de creación artística en la época moderna” . El siglo XX es una puerta abierta a la experimentación de nuevas formas estéticas, donde una multitud de estilos han desbordado las galerías: surrealismo, dadaísmo, expresionismo, cubismo… En La responsabilidad del artista, Jean Clair analiza el papel del nuevo arte del siglo XX, las vanguardias, en su relación con los modelos sociales y políticos de esas primeras décadas del siglo. Realiza una apertura en la que diferencia modernismo de vanguardias, defendiendo que el modernismo se centra en extraer la esencia del momento en particular. Ya mucho más combativo, centra su segundo capítulo en vincular a la imaginería nazi con el estilo que proponen las vanguardias, en una relación de acompañamiento entre ambas partes, debido a la necesidad que tenía el régimen de impregnar no sólo la política sino la cotidianeidad de la vida alemana, lo cual también incluía promover su propio modelo estético. 

Y precisamente en el libro de Clair es citado el artista expresionista alemán George Grosz (1893-1959), exiliado de Alemania poco antes de la instauración de Hitler en el poder . Clair recoge cómo Grosz escribe acerca de algunos autores vanguardistas como Munch, Barlach y Nolde, vinculados para él en ese momento a la propaganda nazi y beneficiados económicamente de la promoción de la misma . En cambio, otros artistas como Grosz no se aliaron con el poder fascista alemán, y prefirieron denunciarlo desde sus inicios con sus palabras y a través de su arte. Vargas Llosa pone a Grosz y a Brecht como ejemplos de los que debería aprender quien quiera considerarse un artista comprometido , aquél que tiene los medios y las formas de establecer una resistencia y una denuncia activa a través de una vida ejemplificada en sus obras. 

El eclipse del Sol es una obra de 1926, que refleja el impacto de la Primera Guerra Mundial en la mente de George Grosz , , y para Barbara McCloskey es una buen bodegón de los elementos del incipiente Tercer Reich de Hitler en una influencia dadaísta . En el cuadro existen elementos que lanzan su crítica al capitalismo, el ejército, la religión y el autoritarismo. El cuadro está lleno de símbolos frente al inestable periodo de la República de Weimar, desde el final de la Primera Guerra Mundial en 1918 hasta los albores del inicio del régimen nazi en 1933, con la subida de Adolf Hitler al poder. Existe bastante consenso en señalar que durante la República de Weimar se dieron en Alemania varios factores que posibilitaron la llegada al poder del partido nazi, tales como la inflación, el paro, la crisis política y el sentimiento de agravio que la nación sufría respecto a las potencias extranjeras por haberles llevado a una guerra global.  Dichos síntomas del malestar político y social fueron manejados hábilmente por Adolf Hitler y su partido, convenciendo al pueblo de un victimismo que ellos lograrían restaurar, mientras los diversos intereses de las clases dominantes jugaban sus posicionamientos en las altas esferas del poder, como se ven reflejados en El eclipse del Sol.

Comenzando por el análisis de la luz en el cuadro, observamos que la luz que debería provenir del sol está tapada por el símbolo del dólar – de ahí que el título del cuadro impregne toda la obra – y el bloqueo forma una oscuridad donde tiene lugar la escena . Algo que ya estaba ocurriendo, pero que también es premonitorio de la crisis económica del 29. Ya de entrada, Grosz sitúa su crítica en un espacio frío que está lejos de la naturaleza y corrompida hasta las raíces por el poder del capitalismo, aunque no es el único símbolo de fuerza que aparece en la escena. Merece la pena comentar que sea un dólar y no marco alemán la divisa reflejada, con lo que Grosz quiere elevar que el verdadero peligro es el capitalismo global y no un sistema económico que dependa únicamente del país – merece la pena destacar que la militancia por aquél entonces del pintor en el Partido Comunista Alemán, que posteriormente abandonaría, y que Grosz también tenía una fuerte vena anarquista -.  El compromiso ideológico del pintor aparece como el tema principal del lienzo, una excusa para denunciar la realidad que se avecina en la próxima década.

La figura principal del cuadro, vestido con uniforme con galones y portando en la cabeza una corona de laurel, es una representación del que fue presidente de la República de Weimar desde 1925 hasta su muerte en 1934, el general Paul von Hindenburg . Sobre la mesa están presentes un sable manchado de sangre, indicativo de la Gran Guerra pasada pero aún no del todo limpiada, y una cruz negra, roja y dorada que es el símbolo de la iglesia y, a la vez, del nacionalismo alemán . Grosz quiere señalar que estos elementos persiguen al General, y, por tanto, van a seguir estando presentes en la historia venidera de todo el país a no ser que se acometa la tarea de quitarlos de en medio, metafórica y realmente. Al lado del General, una figura le susurra algo a la oreja. Este asesor, que porta una gran chistera y una colección de armas bajo el brazo, es otra representación adicional del poder capitalista que maneja los hilos del destino de la nación alemana en la sombra con plenos poderes sobre el Gobierno, y todo por obtener su propia ventaja económica . Con esta intervención, el autor quiere señalar lo que para él puede ser el motivo real de las dificultades de Alemania. Grosz incluye a esta figura para demostrar que las ideas de explotación capitalista y militar no son mera narrativa, sino que existe una verdadera corrupción que las hace circular.

Von Hinderburg preside un consejo de ministros bastante peculiar: podemos observar a cuatro figuras sin cabeza en traje sentadas a la mesa, que son los ministros del gobierno encargados de comentar y de poner en marcha las reformas. La vestimenta marca una etiqueta, un cargo importante dentro de la política nacional. En una carta del exdirector del Heckscher Museum Christopher Crossman, citada por Christina M. Wetherbee, se explica que estos decapitados señalan el complejo de la industria militar que creció tras la Gran Guerra y allanó el camino al régimen nazi y a la Segunda Guerra Mundial . Entonces, la ausencia de cabeza de estas figuras burguesas apunta a que son sólo fuerza física, correspondiéndose con la idea del poder del ejército, y son los que firman los papeles del Gobierno. 

¿Y dónde queda la voluntad popular? Los votos de los ciudadanos están a un lado de la mesa, siendo pasto de un burro ciego que da la espalda a todo lo que ocurre entre los poderosos. Esta figura simbólica pone al pueblo a un nivel animal, inferior al de sus mandatarios, y además ciego e inerme. No es en sí mismo el pueblo una víctima para el pintor, sino que también tiene parte de la responsabilidad por haberse dejado poner en esa posición, por la ignorancia propia del pueblo. Así se ve reflejado el pesimismo de Grosz, en un poder corrupto y secuestrado del pueblo, del que ha participado porque también está en la mesa del poder. Pero además, en el cuadro se observa que debajo del burro hay un esqueleto, personificación de la muerte  que espera a la nación si se siguen los dictados de las potencias capitalistas y militares. Este detalle es el broche que pone fin a toda la historia detrás de la apariencia en la que Grosz retrata los peligrosos juegos de poder de la época. 

Precisamente por este análisis que pone en evidencia la tiranía del gobierno alemán de los años 20, El eclipse del Sol de George Grosz fue censurada por el régimen de Hitler, como se recoge en el periódico The New York Times de 1937 , donde a su vez se ponen otros ejemplos de arte moderno que sí son admitidos y alabados por la censura, normalmente porque ensalzan a Hitler y a su régimen. El ejemplo elegido para esta obra constituye un contraejemplo dentro de lo que Clair comenta, una muestra de que sí hay arte moderno de auténtica protesta , que no coreaba al régimen de poder alemán vigente ni al posterior régimen nazi. Pero existen otros aspectos de esta obra que sí merece comentar dentro de la crítica de Jean Clair hacia las vanguardias.

Clair comenta que una influencia norteamericana decisiva en el arte moderno había contagiado a Europa, la que consistía en despersonalizar todo lo que se representa, en referenciar escaparates vanos, en “no dejar nada a lo inhumano” . Critica la ausencia de contacto con el sustrato y con la naturaleza, tan importantes en los anteriores periodos del arte. Y efectivamente, en El eclipse del Sol no hay más que una sobreabundancia de símbolos que hacen referencia a una esfera sólo comprensible desde lo humano: militares, religiosos, políticos… Lo técnicamente humano lo ocupa todo en el cuadro, incluso la figura incluida del burro está sometida a su fuerte carga simbólica en vez de ser un animal. Es un cuadro que habla exclusivamente de lo que se limita al mundo de las personas. Como mayor prueba de esto, es un régimen político el que autoriza o no la obra dentro de sus fronteras: si según Clair se hubiese seguido apostando por la internacionalización y la pluralidad del arte , no se habría dado esa circunstancia. Aunque, claro, no habría ninguna responsabilidad del artista en comprometerse a denunciar la tiranía de la deriva política alemana. 

La idea más destacable del cuarto capítulo de La responsabilidad del artista es la que se refiere al significado de la representación en el arte moderno. Tras explicar que la tendencia actual es quedarse en una básica e inhumana expresión, Clair ataca con más brío añadiendo que este arte no propone nada revolucionario, sino que el lenguaje abstracto puede ser una forma de globalización del vacío . El propio Grosz habla de que el arte está en peligro, y para subsistir el propio artista debe abandonar las puras formas del arte y centrarse o bien en la técnica o en la propaganda . Para Zweig estas nuevas vías del arte resultaron en un avance desesperado de la extravagancia hacia la nada más absoluta, sólo movidos por la prisa en dejar atrás los modelos anteriores . Y el propio Grosz reconoce haber llegado a estos extremos, como cuenta él mismo: “lo que me importaba era usar mi talento para hacer dinero lo más rápido posible… Sólo quería entretener a la audiencia” . Es cierto que en el cuadro se critica la injusticia y la corrupción mediante todo tipo de símbolos, pero de alguna forma se está enmarcando una realidad, dejándola en su sitio como en un cuadro, como en otra forma de meta-representación. ¿Por qué Grosz no aprovecha El eclipse del Sol para ir más allá de la descripción, para proponer una solución al conflicto? ¿Por qué dispone de la técnica para afianzar con más fuerza el periodo histórico dentro de su vanguardia, sin darle una salida? Se queda en el paso atrás de la revolución como critica Clair. Para Grosz, el arte puede sobrevivir como propaganda, y él es un ejemplo de que esa propaganda puede ser útil como una forma de resistencia dentro del arte . 

Sin embargo, Grosz también realiza su propia crítica a determinados autores de las vanguardias, a los más abstractos en el sentido puro que han sido señalados por Clair como los virtuosos de lo vacío. El autor se desmarca de ellos, considerando que, al plasmar sólo trazos o figuras, “renuncian a todas las posibilidades de influencia ideológica… quedándose en silencio” , como si ellos, que son quienes tienen que mantener una responsabilidad ante lo que ocurre decidieran centrarse en otros aspectos que sólo despiertan el estímulo y rehúyen la profundidad. Acaba diciendo que toman esa decisión “a través de la ignorancia y la ineptitud” . Grosz es por tanto duro ante un arte que no presente una utilidad real, ante un arte realmente vacío del discurso que no dé a pensar a la audiencia, con lo que enlaza con las declaraciones de Clair sobre el papel actual del arte. 

La individualidad en la creación del arte contemporáneo es otro aspecto denostado por Clair, que hace imposible “el núcleo de identidad importante y sólido” . Grosz también habla del artista individual desligado del grupo y lo defiende, aunque es consciente de que en ese proceso creativo se puede alcanzar cualquier límite: “pueden propagarse los irresponsables sentimientos individualistas” . El artista considera que en todo momento el autor es responsable de su técnica y virtudes, así como de sus desviaciones.

Abre su exposición Clair, y también la cierra, recordándonos como el fruto irracionalista ha sido el verdadero autor de los desastres del siglo XX, a pesar de que la fe en el progreso parecía que podía traer la verdadera época dorada . Comenta Zweig en El mundo de ayer, que en ese inicio de siglo XX parecía que la normalidad y la mesura estuvieran mal vistas, mientras que los fanatismos, la drogadicción y en general, “todos los valores anduvieron de capa caída en Austria y en Alemania” . El propio Grosz fue fascinado por los caracteres que proponía el Naturalismo, y prostitutas y delincuentes figuraron en varios de sus cuadros . No es del todo pertinente decir que las vanguardias tuvieron su papel en apoyar a estos irracionalismos fatales, pero sí que algunos autores las jugaron o se vendieron a ellos decididamente. Y se puede decir que incluso los que la criticaron también fueron manchados por la pasión del irracionalismo. Para Vargas Llosa, Grosz mantiene un sentido doble ante la violencia, como si por un lado la rechaza pero por otro se siente fascinado por ella . Toda esta pintura está descargada sobre esta obsesión. Los ministros de la pintura no tienen cabeza precisamente para remarcar su irracionalismo  en la promoción de su mal gobierno. El eclipse del Sol denuncia el irracionalismo y la corrupción, es una excelente muestra de un buen uso del arte de las vanguardias. 


Bibliografía
CLAIR, J. La responsabilidad del artista. (Madrid: Visor, 1998)
GROSZ, G: An Autobiography, (EEUU: University of California Press, 1998). Disponible en línea: https://goo.gl/2DE5mT
HARRISON, C., WOOD, P. Art in Theory. 1900-1990. An Anthology of Changing Ideas, (Oxford: Blackwell, 1992). Disponible en línea: https://archive.org/stream/ArtInTheory1900-1990/ArtInTheory1900-1990_djvu.txt
KOLB, A. (2006) Dance and political conflict: three comparative case studies. (Londres: The International Journal of the Arts in Society, Vol. 1, No. 2, 2006). Disponible en línea: http://eprints.mdx.ac.uk/8645/1/A06_6841_DanceandPoliticalConflict_final.pdf
LIFSCHITZ, M. La Filosofía del arte de Karl Marx. (Madrid: Siglo XXI, 1981). Disponible en línea: http://goo.gl/NPySCn
MCCLOSKEY, B. The Exile of George Grosz: Modernism, America, and the One World Order. (EEUU: Univ of California Press, 2015). Disponible en línea: https://books.google.es/books id=nXglDQAAQBAJ&dq=eclipse+sun+grosz&lr=&hl=es&source=gbs_navlinks_s
VARGAS LLOSA, M. You nourish yourself with everything you hate. (Londres, Tate Etc, No. 9, 2007). Disponible en línea: http://www.tate.org.uk/context-comment/articles/you-nourish-yourself-everything-you-hate
WETHERBEE, C. M. Critical Sales: Questioning Deaccession Ethics in American Museums Through The Heckscher Museum. (EEUU, Seton Hall University Dissertations and Theses, No. 795, 2007). Disponible en línea: http://scholarship.shu.edu/dissertations/795
ZWEIG, S. El mundo de ayer. (Barcelona: Acantilado, 2007) 

jueves, 7 de junio de 2018

Así se consolida un mundo mejor


"Los hombres son tanto más comediantes cuanto más civilizados: aceptan la apariencia de la simpatía, del respeto a los otros, de la decencia y de la generosidad, sin que, por supuesto, nadie se llame a engaño, porque cada uno entiende que toda esa comedia no va en serio. Y, en el fondo, está bien [no importa] que sea así. Porque en la medida en que los hombres representan tales papeles, esas virtudes que, durante un tiempo, sólo han sido aparentes y artificiales, se van poco a poco despertando y acaban pasando al acervo moral".

Immanuel Kant. Antropología

lunes, 28 de mayo de 2018

El futuro por venir: la lucha contra el envejecimiento

El pasado viernes 25 de mayo tuvo lugar en la Fundación Telefónica un nuevo evento dentro de la temática "El Futuro X Venir". En esta ocasión concreta, el divulgador científico Pere Estupinyá presentaba al investigador Juan Carlos Izpisúa y al traumatólogo Pedro Guillén, que vinieron a hablarnos sobre los últimos avances en reprogramación celular y medicina regenerativa, respectivamente.

Comenzó Juan Carlos Izpisúa, farmacéutico y bioquímico que dirige una cátedra en el Laboratorio de Expresión Génica del Instituto Salk (California). Abría con un salto temporal: del Proyecto Genoma Humano del 2000 a la llegada de la Escritura del Genoma en 2018. 
Sí, porque en el año 2000 pudimos leer nuestras letras del ADN, pero ahora podemos ser capaces de cambiarlas, con extraordinarios efectos en nuestros organismos. O, al menos, estamos muy cerca ya de hacerlo en humanos.

¿Qué usos prácticos puede tener editar nuestro genoma? 
1 - Antes de la fecundación: Podríamos corregir enfermedades cuya base genética está en el ADN mitocondrial del óvulo que aporta la mujer, para facilitar que el niño nazca sano. Se estima que 1/200 madres tienen una alteración en el ADN mitocondrial, relacionado con varias patologías (diabetes, ordera, enfermedad de Leigh...). Ya se ha logrado con éxito en ratones.
2 - Durante el embarazo: todavía es difícil, ya que se encuentran dificultades para actuar sobre células que no se dividen, como las del cerebro o miocardio. Pero la técnica HITI está avanzando a nivel celular, y dentro de poco se podría borrar el cromosoma extra del síndrome de Down, una vez se diagnosticara durante la gestación.
3 - En el adulto: En el caso de la retinitis pigmentosa, un tipo de ceguera, se ha conseguido restablecer la proteína perdida en roedores adultos, y su uso se busca extender a órganos de todo tipo.

Pero Izpisúa se guardaba lo mejor para el final: 
¿Cuál es el mayor factor de riesgo de cara a enfermar?
El alcohol, la falta de ejercicio físico, una mala dieta...

No, nada de eso, el envejecimiento. Sí, porque a medida que vivimos, nuestras células acumulan interacciones con el medio ambiente que debilitan nuestro funcionamiento global. Sí, de eso habla el epigenoma, de cómo se puede regular a nuestros genes en cuanto a su expresión o a su silenciamiento, sin llegar a tocar su secuencia. Lo hacemos continuamente, a veces nuestros hábitos determinan que un gen se exprese en mayor o menor medida.
En torno a este punto, se han desarrollado avances sorprendentes, como el borrado epigenético de un célula con la técnica del PGA, borrando - mucha atención - sólo aquellas modificaciones malignas. Esto se ha conseguido en ratones con disfrofia muscular y en otros con progeria, sin tocar la secuencia mutada se ha logrado revertir la situación patológica en unos niveles muy altos.


Sigamos con la última sorpresa que nos tenía preparada Izpisúa. ¿Por qué envejecemos? ¿Cómo detecta nuestro organismo el paso del tiempo?
Atención: por los ciclos del día. O por el Sol, que es lo mismo. Casi el 70% de los genes siguen un ritmo circadiano en su expresión, y este ritmo cambia con la edad. El reloj circadiano de las células de un joven es mucho más agudo en la expresión génica que la de un anciano. ¿Qué nos lanza el científico a modo de reflexión futura? Pues... que quizás podríamos modificar el núcleo supraquiasmático de nuestro cerebro para evitar que mande señales de seguir el ritmo circadiano a nuestras células, que serían entonces de nuevo jóvenes...

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Si lo ya dicho fuese poco, el traumatólogo Pedro Guillén, creador de dos técnicas: la artroscopia sin cables (WAD) y una técnica propia de implante de cartílago (ICC), nos habló de la medicina traslacional. Esta medicina busca amortizar la inversión de la investigación básica, aplicándola a contextos terapéuticos reales. Mostró un fragmento precioso de Lope de Vega que reproduzco aquí para ilustrar que nuestras ideas se hacen realidad a una velocidad pasmosa:

Verdad que desmerece,
por parecer mentira,
pues más de ciento en horas veinticuatro,
pasaron de las Musas al teatro.

La célula es una enorme oportunidad terapéutica, y la medicina regenerativa está usando todo el potencial de estos laboratorios de nuestro cuerpo. En este campo, Guillén busca regenerar el tejido perdido utilizando células autólogas que mediante divisiones celulares progresivas reeemplacen y mantengan, por ejemplo, el cartílago. Ha conseguido tratar con éxito a cientos de pacientes en sus novedosas intervenciones.

Investiga genes y epigenoma para ampliar su conocimiento en cómo modificarlos, porque también está interesado en potenciar el retraso del envejecimiento junto a Izpisúa, ya que ambos son compañeros y grandes amigos. Según él si no se suma, no se optimiza.

Lo más excitante del futuro es ver cómo se va haciendo presente.




domingo, 13 de mayo de 2018

La extrañeza: ¿un arte zoológico?

Seguramente hayáis leído estos últimos días la polémica generada por una obra que ha traído el Museo Guggenheim de Bilbao, dentro de la colección Arte y China después de 1989 (desde el 11 de mayo hasta el 23 de septiembre de 2018). Una pequeña parte de esta exposición cuenta con la presentación de animales vivos, incluyéndolos como meros objetos dentro de un museo. El artista ya ha contado en anteriores exposiciones con gestos que se incluyen entre el maltrato animal. La exposición ya suscitó reacciones adversas cuando estuvo en Nueva York, y ahora Bilbao acoge esta muestra.


Antes de nada, debo decir que Arte y China después de 1989, es decir, la exposición en su conjunto y no esta parte sobre los animales, me ha llamado la atención. Consiste en una serie de proyectos y manifestaciones que protestan por medio del arte contemporáneo y del asociacionismo contra la visión hegemónica de la China rígida y dictatorial, un país que magnifica lo urbano como la esencia de su progreso y que se vende al exterior como potencia económica líder. Todo este arte protesta surge cuando en 1989, a raíz de la masacre de Tiananmén, un impulso reactivo contra la apisonadora de lo autoritario contra todo individuo decide resistirse dentro y fuera de los límites de la China que se intenta imponer desde lo oficial. Por comentar algunas de ellas, se cuenta la historia de un grupo que creó un sistema rural de protesta contra lo urbano o de una iniciativa de crítica a los Juegos Olímpicos mediante la burla de su imagen internacional. Es muy recomendable, ya que la exposición cuenta con testimonios en vídeo, mapas, efectos sonoros, obras de arte reproducidas in situ... a fin de hacer la vivencia de la reacción muy poliédrica.  

Veamos la obra en el centro de la polémica con la que contaba el museo: El teatro del mundo de Huang Yong Ping (1993). Consistía en dos partes: un terrario central a modo de coliseo romano, donde había lagartos y algunos grandes insectos como escarabajos y saltamontes, y un puente de hierro que atravesaba la estructura por encima del terrario conteniendo serpientes y tortugas. Si el efecto esperado era que los asistentes al museo contemplasen el horror de la actividad depredadora como analogía del capitalismo rampante, la imagen no podía ser más decepcionante. En los casi veinte minutos que pasé observando el terrario y el puente que colgaba por encima, ningún reptil se alimentó de un insecto. Diré más: algunos escarabajos estaban descansando tranquilamente en zonas perfectamente accesibles bajo la atenta mirada de los depredadores, un saltamontes estaba en la arena del coliseo romano como si fuese un lagarto más y otro saltamontes más pequeño se había asido fuertemente a la espalda de un lagarto mediano y casi lo trataba de amigo. La sensación que transmitía la pretendida obra era de un tedio insoportable, la de los reptiles mirando las luces que les apuntaban vigilantes y preguntándose el sentido de todo aquel montaje (casualidad, me sentía muy identificado con esas escamas). 


Por supuesto, no estoy obviando que los animales se nutriesen en otros momentos en los que yo no estuviera mirando, porque también de eso trataba la obra: de ser vigilado constantemente. Los visitantes podían observar la actividad de todos estos reptiles e insectos, actividad por otro lado al margen de la detallada obsesión humana de analizarlo todo, más aún de la humanidad marcada por la era moderna. Enjaulados los animales y convenientemente iluminados, la vigilancia se vuelve automáticamente obligada, es imposible realizar otra alternativa al visitar esta obra. Uno se vuelve un agente pasivo esperando lo que esta disposición tenga que ofrecer, que por otro lado está perfectamente controlada por haber sido construida como un confinamiento. 

Teniendo un gran vacío en cuestiones de arte, me pregunto qué sentido tiene incluir una imagen puramente zoológica - o diría incluso de montaje documental - dentro de un museo. Me obvia decir que los seres vivos no tienen por qué estar recluidos para ningún fin artístico por muy figurativo que sea, cuando su explicación directa es que ese no es su lugar. Cualquiera que busque aprender de la naturaleza y sus mecanismos tiene otros caminos naturales para hacerlo que no es el de los museos. Para mí, este artista se equivoca usando los medios elegidos para proclamar el fin de su explicación, pero además se excede el museo acogiendo algo tan atípico para la concepción de arte, retorciendo una concepción para resquebrajar la idea de que el arte es una creación humana y como tal no debe implicar deshumanizar a lo natural. Dejemos aparte el evidente propósito de buscar el sensacionalismo que atraerá a la obra, tal y como pretende su diseñador. Espero que sea esta una excepción y no una nueva tendencia que lleve a otros autores a hacer su propia versión de ese estilo.


martes, 8 de mayo de 2018

La sana evasión a Goodreads


Cada vez paso más tiempo en la red social Goodreads y menos en las demás. 
Desde que entré en el año 2011 admití de buen grado la propuesta: llevar al día los libros que había leído y comentarlos una vez terminados. Con grandes esfuerzos de poner en marcha mi memoria, he procurado archivar en sus estanterías virtuales todo lo que había leído hasta entonces y lo que vino en los siguientes años. Con el estatus de librarian a veces me meto a ordenar algunas confusiones que existen en torno a algunas ediciones que se muestran. También ha mejorado el tiempo y la dedicación que pongo a la hora de comentar los libros, para que mis reseñas puedan resultar útiles a los lectores interesados. Y me he ganado buenos y enriquecedores amigos dentro de esta biblioteca virtual. Sé que no es la única plataforma sobre libros, pero me ha llevado tanto tiempo construir lo que tengo en Goodreads que duplicar la información para llevarla a otro sitio sería una labor titánica. 






Aunque, siendo totalmente honesto, todo lo que acabo de describir apenas lleva tiempo. Con entrar cuando has terminado el libro que estás leyendo es casi suficiente. O cuando estás en una librería y quieres conocer con más profundidad qué dice la masa de lectores sobre el ejemplar que estás considerando. Tampoco hay tanto que hacer en Goodreads como para estar dentro todo el día.

Conversando con otro usuario de la red y comparando cómo utilizo yo Goodreads respecto a otras redes sociales, me he dado cuenta de qué es lo que hace tan atractiva a esta página para darle tanto de mi tiempo. Mi conclusión: Aquí no tienes que hablar de lo que todo el mundo habla.

A mí me basta con entrar a la red para actualizar mis lecturas y como mucho comentar las de los demás. En Goodreads no se habla de nada de lo que está ocurriendo, de hecho ni siquiera se habla de los nuevos libros que salen. La actualidad está por completo al margen: ya sean noticias, acontecimientos, celebraciones o vídeos absurdos; nada de ello aparece y, por tanto, uno no se ve obligado a hablar de forma encendida una y otra vez sobre temas que desaparecen cuando se cambia la hoja del calendario. 

Goodreads está únicamente dedicado a hablar de la lectura, que es un mundo tranquilo y que necesita silencio. Un entorno que a la fuerza se construye desde la individualidad de lo que uno decide libremente leer y que se refuerza después con las apreciaciones de otros lectores que comparten nuestros gustos. Por ello, es una burbuja muy bien pensada, que debe estar aislada de otros asuntos que interfieren y que absorben hasta que llegan a molestar. 

Resultado de imagen de goodreadsNo quiero decir con ello que sea un insensible social o una persona sin amigos, lo cual nunca he sido y difícilmente seré. Lo que quiero decir es que me agrada encontrar un entorno virtual donde mi afición pueda desarrollarse con calma y donde también yo encuentre un espacio de paz y desconexión en este mundo repleto de estímulos. 

Esperemos que Goodreads siga apostando por la serenidad.
Allí me tendrá.


sábado, 5 de mayo de 2018

Agradecimiento a Eduardo Mendoza


Un año después de la concesión del Premio Cervantes al escritor Eduardo Mendoza, recupero esta carta al director publicada en el Periódico de Catalunya (5 de Mayo de 2017). Siempre le estaré agradecido a uno de los escritores que más he leído y que me han transmitido la importancia del humor y del trabajo serio en los libros.


Mis habituales veraneos en Barcelona desde que era niño han contribuido a construir mi propia imagen de la ciudad, llena de ilusiones y tardes interminables.

La vida me obligó a ser adolescente, sin haberme consultado antes. Mis nuevos paseos por la Barcelona al abrasador calor del verano se vieron acompañados de lecturas sobre la misma ciudad, recorrida por hilarantes personajes salidos de las más divertidas novelas de Eduardo Mendoza. Crecí viendo cómo su humor me contagiaba, y cada esquina de la capital adquiría nuevo brillo.

Al llegar a adulto antes de lo que me esperaba, cayeron en mis manos las novelas más serias del autor. De nuevo sobre el mismo recorrido urbano, me sentí guiado por la voz de su experiencia, y la nueva visión me reveló una Barcelona insondable que antes no sospechaba.

Aún sigo creciendo cuando veo a Eduardo Mendoza recibir el Premio Cervantes y recoge con tanto aprecio como humildad. Felicidades Eduardo, espero seguir perdiéndome por todas las Barcelonas que me has enseñado. Y por las que te quedan por escribir.


jueves, 3 de mayo de 2018

El ardor de la sangre

El ardor de la sangre
Irène Némirovsky 
Recuperada en 2007

¿Alguien es capaz de renunciar al incendio de unas pasiones que se tuvieron por ciertas, aunque ya no queden ni las cenizas? Silvio, tras haber vivido décadas sin retener nada, vive cerca de sus primos en una pequeña zona rural de granjas y molinos. La primera hija de sus primos ya está preparando su boda, y la familia y todo el pueblo se vuelcan con el apoyo a la joven pareja. Esta es una historia de cómo el zarpazo del pasado explica los rasguños que se intuyen en el presente.

Si bien el primer acercamiento a Némirovsky, El baile, me dejó un tanto frío, no puedo dejar de aplaudir la genialidad de esta novela. Los personajes, unidos tanto por lazos familiares como de amistades consolidadas, danzan en torno a una comarca donde ocurren acontecimientos que les marcan para siempre, acontecimientos que están más allá de lo que creen dominar. Sólo las conversaciones mantenidas a horas extrañas permiten revelar la tibia luz de los más ocultos secretos.

Advierto que este libro está muy inteligentemente trazado, y sus giros están bien distribuidos, algunos de ellos son infartantes. Imposible no sentirse identificado. La complejidad de la historia que acaba conformando es para exponerla en vitrina.
Gracias por esta joya, Irène.

martes, 1 de mayo de 2018

Mi Walden particular

Verde que te envuelve, que tapa la luz del sol para que sólo veas más hierba, que te abre un paisaje de paz y de apasionantes aventuras... Si el verde es mi color favorito es porque mi infancia ha estado marcada por mis incursiones a los bosques. Mi pasión por investigar cada rincón del mundo natural debió resultar alguna vez cargante para mis amigos, quienes sin embargo no dejaban de acompañarme, muestra de que también disfrutaban. Si algo me llamaba de seguir los confusos senderos trazados en la espesura era la sensación de que allí todo estaba por descubrir, muy diferente al entorno urbano totalmente delineado y sin secretos. Qué triste cuando crecemos y nos volvemos en torno a nuestro exclusivo mundo humano, cuando tantas sensaciones siguen floreciendo ahí fuera.


Movido a medias por la nostalgia del pasado y por la curiosidad de lo que el presente seguía guardando, me he puesto unas botas para ir a recorrer los paisajes que desde los 8 años tanto me han enseñado. Había llovido el día anterior, por lo que las hierbas estaban mojadas aunque a simple vista no lo pareciese: esas finas hojas van mojándote los zapatos con mucho mimo hasta que a los pocos pasos ya tienes el calzado totalmente empapado. 


Pero eso no apagó ni un ápice de mi ser aventurero, lo mismo que los arañazos de las ortigas y las manchas de barro no detuvieron a mi ansia infantil de abarcar el infinito. Seguí adentrándome pese a que parte de la tierra resbalaba y me hacía tener que pisar con mucho tiento. De pequeño, ni siquiera el repentino ruido que parecía provenir detrás de un arbusto me alteraba: siempre tenía un largo palo en la mano para defenderme de la amenaza más insospechada, la propia naturaleza dota a uno de todas las armas necesarias para defenderse de ella. 


Cuando de pequeño has sentido el arrojo de cruzar a cualquier sitio, de llegar hasta el final de toda senda, llegas a adulto y descubres un obstáculo insalvable. Nuevas plantas que no estaban allí han tenido años de sobra para crecer y fortalecerse.


No puedes avanzar, el sendero que tantas veces habías recorrido con avidez ahora está totalmente bloqueado. Lo intentas, aunque sea desviando unas ramas, pero unos centímetros más allá los arbustos emergen del todo infranqueables, ni siquiera puedes poner un pie adelante.


A mi mente viene el antiguo camino descendente entre los árboles, hasta llegar a la explanada conocida como el búnker donde las copas de los árboles proyectaban una sombra que permitía el crecimiento de un musgo mullido alrededor de una extraña estructura de hormigón.
Ya no parecía haber forma de llegar hasta allí.

Pero sí, había otro camino que parecía mucho más marcado en su fisura que el que me había visto obligado a abandonar. Como se puede observar, era un camino algo más arriesgado, a cuyo lateral una pendiente se deslizaba algo más de una decena de metros. Pero si de niño nunca temblé, menos iba a hacerlo de mayor. A pesar de ser más grande y pesado - y seguramente menos hábil en mi equilibrio - me lancé rápidamente por el camino estrecho, donde al final podía vislumbrar lo que me hacía feliz: un grueso muro de hormigón que identifiqué de inmediato. No me costó nada pasar a través de ese desfiladero en que apenas me cabía un pie, las ganas de llegar cuanto antes me llevaban solas y mi cuerpo estaba protegido de toda caída por el aura de Gaia.


Tras salir del camino, pude observar mejor la estructura del búnker. Me recordaba perfectamente a lo que conocía de pequeño, pero no así sus alrededores: no había ya ninguna explanada sino que las plantas prácticamente devoraban la muralla. Y no se limitaban a eso, sino que se colgaban por encima e iban colonizando lentamente el cemento. De nuevo, me volví a dar cuenta de que a pesar de haber ganado algo de distancia respecto a la primera desviación, por aquí tampoco me iba a ser posible avanzar más. Y no había un tercer camino en ningún sitio, bien lo sabía de pequeño y lo podía comprobar desde mi tiempo actual. Me hubiera gustado poder ir más lejos, donde una vez tuvimos una precaria cabaña en un árbol. Pero por aquí, la naturaleza había dicho basta.

El búnker en sí no tenía nada de apasionante. Seguramente era lo más aburrido de todo el bosque, precisamente por lo que tenía de antrópico contraste con todo el medio natural que lo rodeaba. Y lo que era peor, a sus pies se acumulaba bastante basura. De vez en cuando buscábamos con la mirada algo que pudiera interesarnos, como si fuésemos a encontrar dinero, pero no eran más que restos.


Y esta vez, para no faltar a la tradición humana de ensuciarlo todo, allí estaban los restos de dos sillas. Una de ellas, la azul, invitaba a sentarse a contemplar como la maleza tupida engullía toda posibilidad de seguir adentrándose en el misterio. La naturaleza me había mandado un mensaje: ella también había crecido al igual que yo lo había hecho durante este tiempo, y que ambos nos hemos ido ocultando secretos que son difíciles de volver a transitar.

domingo, 22 de abril de 2018

Algo que puedo decir sobre Avicii


A muchos que me conocen  - no del todo, aunque tal nivel de conocimiento frente a la gran mayoría de los entes sea pura ilusión velada - les sorprende que me guste el EDM, la música electrónica que combina ritmos pegadizos y un tanto machacones. Dicen que este estilo no me pega nada, y posiblemente sea verdad: mis gustos musicales tienden más hacia el rock clásico.

Sin embargo, en mi estantería hay discos. Sí, hay algún disco, pocos porque ya se ha perdido la materialidad de conservar canciones. Y entre ellos están los dos discos de Avicii: True y Stories. Nunca entendí que con la gran cantidad de temas que tenía este DJ sólo sacase dos LPs, una exigua venta donde deja fuera muchas de sus creaciones y prácticamente todas sus versiones de otros artistas. Quizás el motivo fuese la venta digital que le daba más rentabilidad, pero su comercialización física ha quedado bastante coja.


¿Por qué disfrutaba con Avicii? La música electrónica provocó en mí desde el inicio un rechazo mayúsculo y frecuentemente era un objetivo de chistes entre los amigos, porque nos imaginábamos que los fanáticos de aquellos ritmos desenfrenados eran poco menos que unos descerebrados en caída libre hacia la nada. 
Hacia el final de mi época universitaria el paradigma musical cambió mucho. Primero llegó David Guetta. Y después, canciones como las de Avicii, donde Levels representó un hito que todos bailaban aunque nadie pudiera cantarla. Los pies se movían solos al ritmo de la habilidad de este joven sueco, ya que sus temas comenzaban a permear los ambientes más exclusivos y ahora sonaban por todas las fiestas. Momentos mecánicos repetitivos de mucha potencia en la escala se quedaban grabados en las mentes del colectivo.
Y aún se llegó más lejos. Todas las canciones que tenían éxito en las emisoras y en los bares habían empezado a incorporar lentamente compases propios de la electrónica: a pesar de que sus artistas se definiesen como cantantes de pop, sazonaban sus estribillos o interludios con notas preparadas por DJ. El propio Avicii tuvo varias colaboraciones con cantantes con los que quizás nunca soñó haber cruzado su mesa de mezclas.


Avicii fue el responsable de parar un momento nuestra vida y rellenar ese pliegue con una música alocada, que distorsionaba todo con el único fin de electrocutar toda sensación hasta anestesiarla.  Nos invitaba a romper con nuestra monotonía aunque no nos llevase a ningún sitio claro. Puede que Avicii no trascienda más allá, o puede que haya sido uno de los grandes revolucionarios de un género que se recordará en el futuro, quién sabe. De momento podemos quedarnos con que nos hizo bailar convulsivamente, nos hizo evadirnos sobre el estrés para llenar de energía nuestras cansadas neuronas y nos dejó en la cabeza ritmos de una épica a la que es difícil oponerse. Cuántas veces habré puesto tu música tanto para animarme en mis momentos bajos como para celebrar mis notables triunfos...

Muchas gracias, Tim Bergling.

PD: Al éxito de Avicii le acompañan sus alocados videoclips, invito a quien no los conozca a reírse con la evasión de la vida seria y aburrida que plantean Levels, Wake me up I could be the one; o a llegar a un nivel más profundo sobre nuestros modos de relacionarnos viendo Seek bromance o la versión de Avicii de You make me

sábado, 31 de marzo de 2018

La irracionalidad de las pasiones



La herencia de Eszter
Sándor Márai
1939

Resultado de imagen de herencia eszterEszter recibe la noticia de que Lajos va a volver de visita a su casa después de 20 años sin verle. Eszter se muestra recelosa, ya que considera que Lajos destrozó su vida y la de muchos de su alrededor: a ella le abandonó y al resto les llenó de deudas y les quitó casi todo lo que tenían. Y ahora Lajos vuelve anunciándolo a los cuatro vientos. ¿Qué intenciones trae ese nombre maldito y cómo va a reaccionar ella al verle?

La novela gira en el antes y el después de la llegada de Lajos, un estafador y mentiroso que vuelve como si nada pasara. Lajos vuelve para terminar algo que está directamente relacionado con Eszter, y será inevitable el reencuentro amargo entre ambos. De este relato de Márai nos llevaremos una sorpresa, y es que la lógica y la voluntad no son siempre el camino a tomar. Algunas sendas se inician hace mucho por el camino de los sentimientos y quedan atadas sea cual sea el resultado. es una lectura muy conveniente para entender algunas facetas sorprendentes del alma humana.

miércoles, 31 de enero de 2018

Súplica sin oyente

Me he roto en una cascada de lágrimas,
lágrimas que tenía tan adentro
que asimilé que eran el plasma de mis vasos.

Ha bastado una eclosión de notas en la radio.
Tú no estabas ahí para escucharla,
ha sido como romper la presa
de mis cárceles oxidadas de Pandora.

Exprimido por mi dolor y mis alegrías,
tan intensas que no sé distinguirlas.
Las deposito todas a tus pies,
de forma que puedas burlarte de mis entrañas,
que tus patadas sobre ellas
sean los besos más cercanos que puedas darme.

No te detengas hasta dejar a mis regalos rotos,
reventados, sangrantes, exánimes.
El jugo de lo que queda de mí, lo recogeré.
Con todo el cuidado que pueda.

Para verterlo en el océano,
así disolverlo lejos y amplio.
Océano libre, y yo algo esclavo de él.

Mi firma en el mar del que puedo beber
para llorar de nuevo.

martes, 2 de enero de 2018

La sonrisa etrusca







La sonrisa etrusca
José Luis Sampedro
1985

Acostumbrado toda su vida a los principios de su campo, el anciano Salvatore Roncone es trasladado a la casa de su hijo en Milán, donde pueden procurarle un mejor seguimiento de su estado de salud. Confinado en una casa con la estirada de su nuera y la maniática asistenta, y rodeado de gente sofisticada en una gran ciudad cuyos mecanismos no acaba de comprender, Salvatore parece destinado a confrontar mucho con el estilo de vida que le toca vivir. Hasta que llega el amor, sin esperarlo. Esta es una historia de cómo descubrir el amor puede suavizar a la más terca de las personas. 


Se trata de un libro notablemente narrado, donde las acciones y emociones sobrevienen a un buen ritmo, y los acontecimientos son de una sencillez cautivadora. Básicamente, trata de cómo un anciano que ha vivido siempre en un entorno rural, con sus manías y prejuicios bien arraigados, choca frontalmente con las costumbres de personas urbanas. Aunque muchos de sus principios parecen inamovibles, todo ello empezará a cuestionarse con el tiempo que pasa con su nieto Brunettino, de apenas unos meses de edad, por quien el veterano siente verdadera devoción. Construir un mundo mejor para su nieto acabará transformando su vida, replanteando sus instintos y ampliando su altura de miras respecto al mundo que va dejando detrás de sí. Es muy fácil meterse en la pie de este curioso protagonista y vivir esta maduración con credibilidad. 

Es un libro muy emotivo, lo cual explica que tantos lectores hayan querido asomarse a él. A lo lago de la historia hay muchas caras para analizar: el drama, el nacimiento y la consolidación del amor puro, el buen humor constante de anciano. En definitiva, es un libro que recoge el aprendizaje que todos pasamos: aprender a vivir. Y lo importante de la vida se refleja muy claramente en sus últimas páginas.