domingo, 22 de abril de 2018

Algo que puedo decir sobre Avicii


A muchos que me conocen  - no del todo, aunque tal nivel de conocimiento frente a la gran mayoría de los entes sea pura ilusión velada - les sorprende que me guste el EDM, la música electrónica que combina ritmos pegadizos y un tanto machacones. Dicen que este estilo no me pega nada, y posiblemente sea verdad: mis gustos musicales tienden más hacia el rock clásico.

Sin embargo, en mi estantería hay discos. Sí, hay algún disco, pocos porque ya se ha perdido la materialidad de conservar canciones. Y entre ellos están los dos discos de Avicii: True y Stories. Nunca entendí que con la gran cantidad de temas que tenía este DJ sólo sacase dos LPs, una exigua venta donde deja fuera muchas de sus creaciones y prácticamente todas sus versiones de otros artistas. Quizás el motivo fuese la venta digital que le daba más rentabilidad, pero su comercialización física ha quedado bastante coja.


¿Por qué disfrutaba con Avicii? La música electrónica provocó en mí desde el inicio un rechazo mayúsculo y frecuentemente era un objetivo de chistes entre los amigos, porque nos imaginábamos que los fanáticos de aquellos ritmos desenfrenados eran poco menos que unos descerebrados en caída libre hacia la nada. 
Hacia el final de mi época universitaria el paradigma musical cambió mucho. Primero llegó David Guetta. Y después, canciones como las de Avicii, donde Levels representó un hito que todos bailaban aunque nadie pudiera cantarla. Los pies se movían solos al ritmo de la habilidad de este joven sueco, ya que sus temas comenzaban a permear los ambientes más exclusivos y ahora sonaban por todas las fiestas. Momentos mecánicos repetitivos de mucha potencia en la escala se quedaban grabados en las mentes del colectivo.
Y aún se llegó más lejos. Todas las canciones que tenían éxito en las emisoras y en los bares habían empezado a incorporar lentamente compases propios de la electrónica: a pesar de que sus artistas se definiesen como cantantes de pop, sazonaban sus estribillos o interludios con notas preparadas por DJ. El propio Avicii tuvo varias colaboraciones con cantantes con los que quizás nunca soñó haber cruzado su mesa de mezclas.


Avicii fue el responsable de parar un momento nuestra vida y rellenar ese pliegue con una música alocada, que distorsionaba todo con el único fin de electrocutar toda sensación hasta anestesiarla.  Nos invitaba a romper con nuestra monotonía aunque no nos llevase a ningún sitio claro. Puede que Avicii no trascienda más allá, o puede que haya sido uno de los grandes revolucionarios de un género que se recordará en el futuro, quién sabe. De momento podemos quedarnos con que nos hizo bailar convulsivamente, nos hizo evadirnos sobre el estrés para llenar de energía nuestras cansadas neuronas y nos dejó en la cabeza ritmos de una épica a la que es difícil oponerse. Cuántas veces habré puesto tu música tanto para animarme en mis momentos bajos como para celebrar mis notables triunfos...

Muchas gracias, Tim Bergling.

PD: Al éxito de Avicii le acompañan sus alocados videoclips, invito a quien no los conozca a reírse con la evasión de la vida seria y aburrida que plantean Levels, Wake me up I could be the one; o a llegar a un nivel más profundo sobre nuestros modos de relacionarnos viendo Seek bromance o la versión de Avicii de You make me

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