jueves, 23 de agosto de 2012

¿Es posible comprender la Homeopatía?



La ciencia avanza cada día, cada minuto, cada segundo. Lo más asombroso de todo lo que ha ciencia ha logrado descifrar es tanto la inmensidad de saber que ha recogido y la simplicidad del método científico, que se basa en la pura lógica certificada. Así, gran parte de todo lo que conocemos y vamos conociendo gracias a la ciencia no son conocimientos abstractos o teorías (que también las hay) sino pasos dados en una dirección que era la única posible.

Por eso sorprende que en este camino de sólo creer lo que se puede demostrar con lógica a veces aparezcan incertidumbres tremendas que siguen siendo ciertas y que no se puedan explicar con el mismo método. Hay muchos retos inverosímiles y algunos no nos son nada extraños: sin ir más lejos la propia vida es difícil de definir y de comprender; y el sexo es aún una de las mayores incógnitas evolutivas. Hoy me voy a centrar en un concepto bien extendido por la sociedad que también resulta difícilmente asumible para la ciencia, como es la homeopatía. 

Para empezar, la propia definición de homeopatía es difícilmente asumible, no sólo para la farmacia y para la medicina, sino también para la lógica. Seguro que me vais a entender estos dos sencillos puntos:

1) Homeopatía en griego significa “sufrimiento similar”, lo cual es precisamente una de las bases sobre la que se sienta esta medicina alternativa. La homeopatía profesa que para curar los síntomas de un paciente lo que hay que encontrar es una sustancia que produzca esos mismos efectos en el organismo y administrársela. Esto ya de entrada suena raro. Si un señor padece de insomnio, la solución sería cafeína. ¿Seguro?

      2)  La homeopatía sigue el principio de la máxima dilución, que es todavía algo más inverosímil que lo anterior si cabe. En Farmacia damos por hecho que la dosis de un fármaco es de vital importancia porque la presencia del fármaco debe cumplir una cantidad suficiente para producir el efecto, de ahí que haya dosis fijadas y que a veces se puedan incluso individualizar según las características del paciente. Pues en homeopatía el compuesto elegido para tratar la dolencia se diluye en agua o alcohol (depende la polaridad del compuesto) a 30C, a lo cual llaman potenciación, para después administrar la solución al paciente. Junto con la pregunta inevitable viene lo fuerte: ¿y qué es 30C? Una C se consigue al disolver una parte de compuesto en 99 partes de agua, lo cual es una dilución 1:100. 30 procesos de dilución 1:100 seguidos harán 30C. Los que sepan de química estarán ya asustados.


A los que no les digan nada estos números, les haré una comparación. Es como si disolviésemos el compuesto de partida en una cantidad de agua… ¡que sería 50 veces más grande que la Tierra!
Imaginároslo si es que podéis. La conclusión que sacáis es acertada. Si tenemos en cuenta que los átomos no se pueden dividir tanto sin que dejen de perder sus propiedades; en un vaso que yo cogiera de todo ese mega-océano, la probabilidad de que hubiese alguna molécula del fármaco en mi vaso sería… no nos andemos sin rodeos. 0%. 0,000000000% si lo preferís. NADA EN ABSOLUTO.
Por tanto, ¿me están vendiendo agua sin más? Pues eso parece. Pero la homeopatía cree en que el agua “recuerda” lo que en ella fue disuelto y eso permite curar.

No obstante, ojo a algunos datos: son muchos los países en los que la homeopatía, pese a su física difícilmente defendible, se ha integrado y forma parte del Sistema Nacional de Salud. Por poner algún ejemplo: Reino Unido, India, México y Alemania. Sin ir más lejos, el 40 % de médicos franceses y el 40% de médicos daneses han recetado homeopatía, y unos 6 millones de americanos han consumido homeopatía tan sólo en el último año. Es comprensible la oposición de algunos médicos a la homeopatía si atendemos a las dos razones que he explicado antes. Pero también, evidentemente, para que se dé un consumo tan aceptado de la homeopatía, tiene que haber detrás algo de verdad. Y es que la homeopatía ha demostrado que en muchos más casos de que a los médicos puristas les gustaría, da buenos resultados. Tampoco es algo que se pueda considerar placebo. El placebo, de hecho, se puede contrastar con los medicamentos homeopáticos, tal y como ocurre en los ensayos clínicos con los medicamentos.

¿Cómo se puede razonar de un modo científico que la homeopatía pueda llegar a curar? Nadie conoce aún la respuesta fuera de conversaciones que giran más en torno a magia que a ciencia. Pero aquí describo dos interesantes aproximaciones que, a la vez que ofrecen alguna explicación, podrían desvelar cosas que ni nos imaginamos.
  • Martin Chaplin, profesor de la London’s South Bank University, es toda una personalidad en lo que al estudio del agua se refiere, y está convencido de que el H2O es muy especial para nosotros. Tanto, que ha hecho muchos esfuerzos para que sea considerada la molécula esencial de la vida. Entre todas las maravillas que arroja al campo científico, ha descrito que el agua tiene múltiples conformaciones microscópicas, algunas de las cuales recuerdan a poliedros muy bellos. Sabemos que el agua no tiene forma en sí, sino que se adapta al recipiente que la contenga; y esto mismo ocurre a escala molecular. Es posible, sugiere, que el agua sea capaz de adaptarse a estructuras de escala nanométrica y mantenerse en forma de molde durante un tiempo.
Posible explicación: ¿Podría ser, entonces, que el agua efectivamente tenga memoria, y que esa fuese la explicación de por qué el agua homeopática cura sin tener ni una molécula activa? Requiere investigar un poco más, pero la idea suena fantástica…

  •  Por otro lado, Vilma Bharatan, botánica del Natural History Museum, realizó durante su tesis doctoral uno de los más profundos estudios de las plantas usadas en homeopatía. Simulando un árbol genealógico, Vilma dejó que su ordenador situara estadísticamente a las distintas plantas en base al efecto conseguido en su uso homeopático. Pese a que se puso de manifiesto que algunas plantas en homeopatía no servían casi para nada, el resultado que se consiguió con las demás fue bastante desconcertante: las plantas se ponían juntas no por sus grupos naturales (familia, género) sino por unos grupos heterógeneos que más tarde se describieron como pertenecientes a distintos sistemas del cuerpo humano: por ejemplo, distintas plantas que no tienen nada que ver entre ellas servían para tratar dolencias similares del sistema circulatorio. Se vuelve a matar el efecto placebo. Aparentemente, la base de la homeopatía podría ser de acción química… pero precisamente ¿no es la química lo que se mitiga con esas desorbitadas diluciones? Esto parece un callejón sin salida.
Posible explicación: ¿Y si la homeopatía es similar a la medicina convencional, pero el hecho diluir tanto está confundiendo las cosas?


Los científicos aún tienen que investigar muchas cosas si quieren entender la homeopatía. Cualquier resultado puede ser apasionante porque esclarecería el papel de la homeopatía y nos daría nuevos temas para investigar. O también puede ser que por mucho que investiguen no descubran nada, lo cual no es malo, porque un mundo tan lógico resultaría aburrido.


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