sábado, 7 de octubre de 2017

Descúbreme

Descúbreme primero.
Ante todo, mírame sin complejos.
Verás mucha apariencia para dar empaque,
el eco perpetrando el propio silencio,
algún brillo que de cerca es vítreo,
tuerto orgullo a modo de parche.

Descúbreme primero.
Soy todo endeble a tu análisis perforante.
Hallas recuerdos que cuelgan inermes:
Infancia feliz como la de todos,
retorcidas colisiones contra lo real,
líquido carmesí ya denso de mentiras,
supurando amores que me superaron,
trabajando sin valía ni valor;
el aire entrando a cada suspiro.

Descúbreme primero.
Sé brusca, soy impaciente.
Desnúdame de trapo vano.
Sí.
Para tu sorpresa,
hay espuma desprovista de sueños
relleno mal cosido que la nada retiene.

Descúbreme primero.
Y cuando hayas visto que nada en mí sirve,
te ruego desecha sin piedad mis ruinas,
aparta todo hasta que el vacío se imponga.

Descúbreme ahora.
Para vestirme de nuevo y nacer.
Quiero tener forma rítmica,
donde mi piel sea un fractal de lana
que encierre un filtro adulterado
de inocencia que nunca marchitó.
Añade en mí la edad de una larva
y como propósito un columpio.
No me enseñes a hablar,
vivía mejor leyendo las miradas.

Descúbreme por fin.
Cántame tres partituras de tarareos para el viaje.
Abre y contrae tu carne como un fuelle.
Deprisa, despídete de mí. 
Y lánzame a morir de nuevo la vida.

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