jueves, 8 de noviembre de 2012

Poner etiquetas a todo

El otro día estaba viendo una entrevista al periodista Jose María Calleja y hubo un comentario suyo que me pareció realmente acertado. Dijo que "somos un país muy aficionado a poner etiquetas". Si alguien quiere ver la entrevista completa, aunque es un poco larga, es de sobra interesante, aquí dejo el link:


Realmente considero que tiene razón, y es un concepto aplicable a muchos ámbito: aunque pondré la política como ejemplo, podríamos hablar de fútbol, religiones, derechos y un largo etcétera. Y es ubicuo: es algo que ocurre desde los grandes debates televisivos ante las humildes pero no menos dignas charlas de café con los amigos. 

Decir también que su efecto es casi inmediato, y da igual que estés entre conocidos o desconocidos, su efecto es inmediato y bastante permanente. En estas conversaciones sobre el ámbito político-social, realmente importan poco los argumentos a blandir: las personas asistentes y las espectadoras ya están atentos a ver cuándo pueden ponerle a uno la etiqueta. Esto se resume a ver cuándo uno habla sobre una opinión concreta que podemos encajar en nuestro molde mental de etiquetas perfectamente clasificadas e identificadas. 
A partir de entonces ya nos importará más o menos lo que el sujeto tenga que decir, yo ya creo saber de que va y eso me permite posicionarme a favor y en contra de él.

Seguro que os ha pasado, no podéis negarlo, seguro que inconscientemente lo habéis hecho. Uno está viendo un debate y uno dice: "Pues yo creo que nuestro territorio debería tener más autonomía" Tu mente automáticamente coge la etiqueta que pone "nacionalista", se la pone y oye, le queda muy bien. Pues si tú también eres nacionalista, vas a estar de su parte y vas a poner especial atención a lo que él diga y al resto le vas a hacer menos caso. O al revés: dirás "vaya imbécil", y ya no le escuchas más. Aquí, aunque no te lo parezca, el debate para ti ya no tiene ningún sentido: podrías apagar la tele e invertir esa hora en algo más provechoso. Hay muchas etiquetas que uno tiene en su mente: "fanatista católico", "culé", "rojo", "facha", "antiabortista"... que en realidad lo que hacen es diluir demasiado la naturaleza de la persona. 

No hay ningún problema cuando esos que debaten son representantes políticos, al fin y al cabo la etiqueta la llevan en la frente y es su trabajo. Pero perdemos mucho cuando valoramos así a periodistas, gente del público... y no digamos ya amigos o familiares. Los clasificamos igual que a todos, y no tenemos en cuenta que las personas, como personas que son, simplemente tienen una opinión y la expresan libremente. Que igual la etiqueta no es representativa de la persona en su conjunto y de todas sus opiniones, o todavía peor: esas etiquetas tienen un color tan chillón, tan fosforito, que no nos dejan ver a la persona.

Propongo hacer un esfuerzo para librarnos de las etiquetas en el día a día, de hacer un mundo menos repleto de etiquetas (¿serán las etiquetas producto del consumismo exacerbado?) y para así construir un mundo donde valoremos a cada uno por la originalidad de su pensamiento. Cada uno tiene su opinión y la forma de argumentación enriquece a la sociedad. Reflotemos la pluralidad, respeto y el saber escuchar. 
No cuesta tanto.

martes, 6 de noviembre de 2012

Educación en el Antiguo Egipto

Antigua China, Roma, Edad Media, Renacimiento... Tras documentarme acerca de los diversos sistemas de educación que han existido a lo largo de la historia y considerando el periodo en el que transcurrían, me decanto claramente por el que existía en el Antiguo Egipto. 

Aunque disto mucho de ser un egiptólogo, siempre he mantenido que esta cultura ha ido una de las más ricas e influyentes de las que han pasado por la Humanidad, y ha dejado un patrimonio cuya valía nadie pone en duda. Quiero aprovechar esta entrada para arrojar alguna luz sobre algunos aspectos quizá no tan conocidos sobre esta civilización, y son aquellos que versan sobre la formación que recibían los ciudadanos del Antiguo Egipto.

A ver qué os parecen estas nociones:

- La mujer tenía un papel muy avanzado en la sociedad egipcia, lo que sorprende si lo comparamos con el resto de grandes civilizaciones del momento y las que vendrían después. Entre otras muchas cosas, en Egipto la mujer se educaba al igual que el hombre y en los mismos centros.

- El faraón asume y comparte la función educadora, lo cual refleja que la educación era una competencia directa del máximo gobernante. Aunque solía delegarla, es bastante significativo que una figura tan relevante tuviera este deber.


La educación tenía un sentido ético-religioso de carácter trascendente.

      - En el sentido ético, la moral egipcia era sencilla y se regía por normas que facilitasen una convivencia amigable. A saber: estaban mal vistos el apropiarse de la propiedad de otro, de defraudar en la medida del grano, de entorpecer la tranquilidad del vecino... Es muy curioso ver cómo uno de los depósitos doctrinales, "libros de texto" de aquella época, contenía una extensa literatura moralizante repleta de normas de urbanidad, de educación cívica, consejos para el buen vivir, etc.

      - En el plano religioso, los egipcios eran muy conscientes de su alma, llegándola a dividir en tres partes: Ka, Ba y Ach. Esta última, el Ach, no se desarrollaba hasta la muerte. Tras la defunción del egipcio, el Ach resucita y ha de pasar el Tribunal de los Muertos de Osiris, que evalúa la conducta de la vida anterior. Si logra pasarlo, llegará a la vida ultraterrena. Hay una graciosa trampa reconocida por los egipcios para superar la prueba, y es que el famoso 'Libro de los Muertos' contiene una confesión negativa de los pecados: confesión negativa en la que, a diferencia de la positiva en la que el pecado desaparece, aquí se busca ocultar los pecados para que no los vea Osiris.

 - La educación, tras una primera etapa de instrucción en casa por la familia, comenzaba a los 6 años en la 'Casa de los Libros' del Templo o Palacio Real, la escuela propiamente dicha. La etapa elemental era para todos (elemental que como veréis ahora era bastante completa).


- Alguien ya se estará preguntando por la escritura egipcia. Por supuesto que era parte importante de la educación y una materia de una complejidad bastante elevada. Había 3 tipos: la jeroglífica, la hierática (para la clase sacerdotal) y la demótica (para el pueblo).

- Además de escritura, moral y religión, se enseñaban unas cuantas materias de contenido predominantemente científico, pero dirigido a que tuviesen utilidad práctica: Agrimensura, Medicina, Matemáticas... El complemento de todo lo anterior con Historia, Geografía y Música da como resultado una educación muy amplia, que tiene en cuenta todas las dimensiones de la persona.



Espero que lo hayáis encontrado interesante, al menos a mí me ha sorprendido ver cómo una cultura tan antigua se preocupaba por formar a conciencia a sus ciudadanos.

¿Y a vosotros, qué civilización os fascina y en qué aspecto?

sábado, 3 de noviembre de 2012

Réquiem por cuatro vidas ejemplares




La noche de Halloween se convirtió en tragedia para Katia, Rocío y Cristina tres jóvenes chicas de 18 años que perdieron la vida en una macrofiesta del Madrid Arena, así como para Belén que murió a los dos días tras estar hospitalizada en estado crítico. El espantoso suceso ha copado las portadas de todos los periódicos y la mayor parte de los telediarios durante estos días, mientras se han abierto investigaciones para esclarecer puntos oscuros que todavía quedan sobre el suceso.

El Palacio de Congresos Madrid Arena acogió una macrofiesta la noche de Halloween con una asistencia masiva de jóvenes al evento, debido a una sesión del dj estadounidense Steve Aoki. Todo transcurría como puede pasar en cualquier discoteca hasta que algún iluminado lanzó una bengala que al estallar contagió el pánico a los jóvenes de la pista, que empezaron a correr en tropel hacia una de las salidas. El tumulto que se formó en el acceso dio lugar a una avalancha de personas entrelazadas en el suelo pugnando por escapar y este fue el triste suceso que acabó con la muerte por aplastamiento y asfixia de las tres jóvenes, y con otras dos gravemente heridas, una de las cuales ha muerto también el 3 de noviembre tras una espantosa agonía en el hospital. 

Hay mucho que comentar acerca de este asunto, desde las precarias medidas de seguridad que parecieron tomarse ante el multitudinario evento hasta la duda numérica del aforo real de asistentes. Y es que la situación se volvió muy peligrosa porque se comenta que el aforo sólo permitía espacio a dos personas por metro cuadrado. 

Pero nada eclipsa a que durante los dos últimos días hemos escuchado testimonios desgarradores por parte de muchos de los testigos, algunos de ellos que presenciaron cómo alguna de las chicas moría delante de ellos; y también hemos presenciado las imágenes de familiares y amigos de las chicas fallecidas acudiendo al tanatorio y a los funerales. 

En los periódicos se han recogido las vidas de Katia, Rocío y Cristina, tres chicas de 18 años, y Belén, de 17 años, que ya no podrán continuar sus proyectos. En las páginas se recogen datos acerca de la universidad, de los barrios, de un novio, de amigas de la infancia, de sus aficiones... Columnas que, lejos del sensacionalismo, me han parecido muy humanas y me han emocionado como hacía tiempo que nada lo hacía desde que leo el periódico. 

Describen vidas corrientes, emociones, sueños, amistades de verdad... pero ante todo vidas ejemplares para su edad. Ejemplares. Se puede definir como la mirada joven de quien disfruta viviendo, de la ilusión de cada día y de la del día que está por venir. Y sus amigos lo saben mejor que nadie. Es lamentable que esto sea lo poco que han vivido estas cuatro chicas porque esta desgracia les ha impedido continuar. 

Esperemos que no tengamos que ver anunciadas cosas como éstas y el dolor que conllevan muchas veces, más aún en gente tan joven. 

Permitidme, Cristina, Katia, Rocío y Belén, este humilde homenaje.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Una confusión muy útil


En 1942, cuando la Segunda Guerra Mundial azotaba al globo, Geoffrey Tandy trabajaba tranquilamente como conservador del Natural History Museum. Esa monotonía laboral se rompió de repente cuando fue reclutado para trabajar en Bletchley Park, una instalación militar de Buckhingamshire, Inglaterra, donde miles  de intelectuales tales como matemáticos, traductores, filólogos... trabajaban sin descanso para descifrar el secretísimo código Enigma que utilizaban los nazis para comunicarse entre ellos.

El oficial que reclutó a Tandy a su cargo pensaba que este era un experto en descifrar criptogramas, cuando en realidad Tandy era un experto en criptógamas: algas y plantas entre las que se incluyen musgos y helechos, que se reproducen mediante esporas y no mediante flores como las plantas superiores. Es sin duda una confusión divertida.

Pero el desenlace de la historia es aún más sorprendente, resulta que los conocimientos de Tandy resultaron de gran ayuda cuando se recuperaron de un submarino algunos cuadernos de notas que contenían mensajes cifrados. Para conservarlos para los descifradores de códigos, Tandy los secó colocando las hojas entre papel absorbente, del mismo modo por el cual acostumbraba a secar especímenes de algas marinas.


"No te acostumbres a subestimar, pues nunca sabes la utilidad de lo que te estás perdiendo"