miércoles, 10 de abril de 2013

Árboles conectados a Internet

Lo sé, puede sonar ridículo. Pero en el futuro ocurrirá, y tiene mucho sentido que así sea.

Cada día, y prácticamente a cada hora, nuevos aparatos se conectan a Internet por primera vez. Esta cifra va a ir creciendo exponencialmente de aquí a unos años. Coches, móviles, ebooks... perderemos la cuenta, pero llegaremos a que haya una media de 10 dispositivos conectados a Internet por cada ser humano viviente en este planeta, todo en menos de 30 años.


Por si eso fuera poco, resulta que no sólo los aparatos tecnológicos que conocemos ahora - y los que desarrollen en los próximos años - estarán conectados a Internet, sino que a esta red de redes se incorporarán cosas hasta ahora bastantes analógicas. Veremos que se conectarán montañas, casas... y árboles, como bien se comenta en el título de esta entrada.

¿Cuál es el sentido de conectar un árbol a Internet? Es simplemente por lo mucho que nos puede contar una planta si lo pensamos un poco, y es que sabe un buen puñado de datos que en la sociedad de la información pueden ser vitales. Puede hablarnos del clima, del estado del suelo, de vibraciones que detecte con sus raíces o de la humedad del ambiente. O incluso de su estado de estrés, que las plantas también tienen sus preocupaciones. Los científicos pueden extraer datos muy interesantes cuando la tecnología se desarrolle sólo un poquito más.

Así que no nos extrañemos si vemos árboles conectados a Internet dentro de poco. Lástima que no les dará por usar el Twitter...

domingo, 7 de abril de 2013

Lo que no ha dicho Jordi Évole sobre la industria farmacéutica

Hoy Jordi Évole se ha lucido. En menos de una hora de metraje televisivo, Jordi ha decidido abrir la caja de los truenos en lo que a la sobremedicalización se refiere y se ha metido a entrevistar a médicos, farmacólogos y representantes de la industria - ¿y un farmacéutico, Jordi? - para intentar llegar a la verdad sobre si no nos estaremos pasando dándole al botiquín.

No voy a negar que ha llevado razón durante gran parte del programa y se han contado cosas muy duras, especialmente los casos de los niños medicados con TDAH, que cada vez son números más alarmantes. No negaré que mi postura es similar a la del bueno de  Jordi, y alguno ya recordará que yo escribí profusamente sobre un lado oscuro de la industria del medicamento en una entrada tal que esta.

Sin embargo, a Jordi se le ha ido la mano hoy. Por eso estoy escribiendo aquí con ese título.

Durante todo el programa, no ha habido nada que nos haya hecho pensar que la industria farmacéutica pueda ser algo menos que perversa hasta la médula. El amigable chico de las camisas ha clavado los dientes contra el gigante farmacéutico pero no nos ha revelado ni una de sus bondades.

¿Acaso no hay fármacos que sí que funcionan? ¿Acaso las vacunas que salen de la industria no han salvado cientos de millones de vidas humanas? Por no hablar de que la industria farmacéutica invierte mucho en investigación, con una potente financiación que los gobiernos más bondadosos no serían capaces de emular.

Evidentemente tienen su lado oscuro, aunque no sabemos cuanto, pero este programa de hoy adolece de una visión totalmente parcial en cuanto al propósito. No negaré que la industria tenga sus tejemanejes, pero lo que es seguro es que sin ella no tendríamos el nivel de salud del que gozamos hoy en día.

Jordi, tan malo es no llegar como pasarse. Pero sé que la próxima vez lo vas a hacer mejor. 

Por lo demás, me gustas tanto como siempre, no pares.

lunes, 1 de abril de 2013

Ada Colau y los que me representan


Ada Colau y todos los implicados en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) nos están demostrando que la mejor forma de hacer política puede ser precisamente estar fuera de la política.

El apoyo popular que están consiguiendo y consiguen a cada día que pasa es algo admirable y que dice mucho de cómo está la calle. Han devuelto la esperanza a muchas personas que se han quedado sin casa y sin dignidad y vuelven a creer que sí se puede.


Probablemente sea esa la razón, la admiración convertida en envidia, por la cual el Gobierno intenta pasar de ellos como si no existieran, o por la cual les tacha de terroristas para arriba (no estoy 100% a favor del escrache, pero tampoco de las descalificaciones fuera de lugar que se hacen). Una política que no oye al ciudadano es una política que va cogiendo polvo en el estante de arriba de la biblioteca, y el Gobierno se está quedando solo allí arriba, por eso busca llamar la atención con sus palabras (el análisis de por qué están en los medios palabras con tanta fuerza palabras como proetarra, nazi o antisistema requiere sin duda también un análisis, quizás en otra entrada).

Por eso, yo ante al inmovilismo de unos, prefiero creer que es posible cambiar las cosas, que es posible reparar los daños y encontrar soluciones efectivas a la gente que sufre. Creo que tenemos que crear y potenciar una democracia útil y que nos oiga, y si la tenemos que crear de cero tenemos que trabajar aún más.

Por eso cada día soy un poquito más de Ada Colau y un poquito menos de los que me representan. Porque creo ver esperanza en ella.